jueves, 11 de enero de 2024

La Feria

 

 By Bignueces

 

Era el quinto día que abría sus puertas el recinto donde se había instalado la feria del pueblo. Por desgracia para Casandra no había tenido muchos clientes, parecía que estaban más interesados en las atracciones y en comer gofres cubiertos de chocolate. Terminó de colocar la última carta sobre la mesa mientras miraba a su primera clienta del día. Un sol dorado con una cara en su centro le hizo sonreír.

 

“Querida, tu marido encontrará trabajo muy pronto, esta carta es símbolo de buena fortuna. En menos de un mes…” Casandra interrumpió su frase al observar un grupo de 3 adolescentes que atravesaban la cortina que delimitaba su tienda “como te iba diciendo, seguramente no será el mejor trabajo, pero sin duda…”

 

Al tiempo que Casandra seguía leyendo el futuro de su ansiosa clienta, los 3 chicos empezaron a curiosear los objetos que albergaban las estanterías de la entrada. Había todo tipo de piedras de colores, cofres, pequeños espejos, figurillas de seres mitológicos, etc. Mientras Casandra hablaba, no les quitaba la vista de encima. 2 de los muchachos eran muy delgados y pálidos, probablemente todavía no se habían desarrollado como hombres. Sin embargo, el tercero era un joven más alto y mucho más corpulento, parecía realmente musculoso. Su mandíbula cuadrada y rasgos masculinos le hacía muy atractivo. Empezaron a tocar todos los objetos y Casandra se puso nerviosa.

 

“¡No toquéis nada, son objetos muy delicados y valiosos!, perdona querida, como te iba diciendo…”

 

El muchacho más grande agarró una estatuilla de unos 20 cm de un ser con forma fálica. Entonces se la colocó entre sus piernas como si fuera su propio pene y empezó a saltar de un lado a otro mientras sus amigos decían obscenidades.

 

“Os he dicho que tengáis cuidado, esa figura…” Casandra no pudo terminar su frase, uno de los adolescentes más pequeños golpeó al grande y la estatuilla se cayó al suelo haciéndose añicos. El gestó de Casandra se torció en odio mirando primero a la estatuilla y después a los jóvenes, seguidamente el mayor de ellos se agarró su sorprendentemente enorme paquete mientras se burlaban de la pitonisa y salían apresurados de la tienda.

 

A los pocos minutos, la clienta estaba depositando un billete dentro del cofre que descansaba sobre la mesa y se le alejaba satisfecha dejando a Casandra en soledad mientras recogía los restos de lo que quedaba del Dios de la Fertilidad Masculina. Todavía recordaba como 30 años atrás había conseguido esa pieza única en un viaje a Camboya.

 

“¡Malditos niñatos!” su enfado era cada vez mayor, sabía que nunca volvería a Camboya y era una pieza realmente valiosa procedente de un templo construido hacía más de 300 años. Además, se habían burlado de ella en lugar de pedirle disculpas. Tenía que vengarse, sólo podría hacerlo con uno de ellos, el que rompió la estatuilla, pero eso le bastaría para calmar su furia. Sabía cómo desencadenar una maldición sobre la fertilidad de ese adolescente, no sabía que sucedería exactamente, porque nunca lo había hecho antes, pero algo en su interior le decía que funcionaría. Se dirigió hacia la estantería a por un libro y una pequeña caja de marfil donde guardaba algunos ingredientes que necesitaría, según la leyenda la corrupción del símbolo de aquella olvidada deidad desencadenaría la maldición. Mientras pensaba en lo que le había dado la idea, esa colosal protuberancia que tenía el joven entre sus piernas ¿llevaría relleno? ¿sería real? ¿podía un hombre tener unos atributos tan grandes?

 

Leo se ajustó sus 2 inmensos testículos mientras corría con sus amigos hacia su atracción favorita, la montaña rusa. Sus pelotas eran reales, muy reales. Había crecido durante los últimos años sin parar hasta alcanzar el tamaño de 2 limones grandes. Durante ese tiempo había bombeado una cantidad ingente de testosterona que le habían hecho desarrollar una amplia y musculosa espalda en forma de V, unos brazos gruesos, grandes pectorales y unas piernas que tenían el tamaño de un jugador de futbol profesional.

 

Leo se sentó en el asiento de la atracción junto a sus 2 amigos, mientras la joven encargada empezó a colocar los medios de seguridad. Apretó un arnés situado entre las piernas de todos chavales que gritaban alterados, y aseguró una barra colocada a la altura del pecho uno por uno. Al llegar junto a Leo no apretó bien el pasador y se soltó ligeramente. Leo observó como la barra se movía mucho, se giró para protestar, pero la chica ya estaba junto al panel de mandos y activó la máquina. El tren empezó a moverse despacio subiendo hacia la parte superior de la atracción. La espalda de Leo se aplastó contra el respaldo y en cualquier caso le pareció seguro, así que se olvidó del inquietante movimiento de la barra y empezó a gritar de excitación junto a sus amigos. Cuando el tren llegó a la parte superior se precipitó a toda velocidad hacía abajo. En ese momento Leo comprendió el problema. Todo su peso se inclinó hacia delante, la barra no le frenó, pero el arnés le paró de caer al vacío. La argolla del arnés se hundió en su enorme paquete mientras el tren avanzaba a toda velocidad. Para su desgracia, su polla colocada hacia arriba no ayudó a repartir la presión, siendo absorbida por sus gónadas. El arnés separó perfectamente su bola derecha y su bola izquierda, quedando perfectamente marcadas en su pantalón corto de algodón. Al estar perfectamente encajado en su asiento y no poder abrir las piernas, los testículos quedaron atrapados entre el arnés de acero y sus musculosos cuádriceps. Pronto estalló el dolor en su masculinidad, no teniendo suficiente espacio sus preciadas pelotas. Cuando el tren llegó abajo en tan solo un par de segundos, hizo un giro brusco hacia la derecha. Para horror de Leo notó como la pieza metálica situada entre sus piernas se hundió profundamente en su testículo izquierdo dividiendo en 2 partes el órgano maltratado. Todo su peso estaba concentrado por tan solo 1 segundo en esa parte comprimida de la enorme gónada poniéndola al límite de su resistencia. Rápidamente el tren giró bruscamente hacia la izquierda, liberando la bola izquierda y empezando a castigar de la misma manera su gemela. El dolor de su hombría empezó a subir a su estómago.

 

“¡¡¡No, No, joder, Nooo!!!” empezó a gritar Leo por el intenso dolor. Sus gritos quedaban ahogados por el resto de gritos de emoción de los otros chavales que disfrutaban de la montaña rusa.

 

Sus 2 pelotas iban alternando la presión según giraba el tren. La pieza metálica cada vez penetraba más en los tejidos de los órganos maltrechos, presentando menos resistencia con cada tramo recorrido. Con la elevada velocidad de la máquina, el peso de Leo se veía amplificado, siendo suficiente para hacer estallar uno de aquellos prodigiosos testículos. Leo no lo sabía, pero pequeñas fisuras se empezaron a formar en la superficie de las membrabas protectoras, que amenazaban con hacer un estallido catastrófico de sus fábricas de bebes. Una y otra vez, sus pelotas eran maltratadas sin que Leo pudiera hacer nada, atrapado dentro de ese asiento. Lo que le pareció una eternidad terminó, el tren llegó hasta el punto de partida y frenó en seco. El arnés se clavó por última vez en la enorme pelota derecha haciendo que los ojos llorosos del joven semental se pusieran bizcos.

 

La chica empezó a quitar las medidas de seguridad de todos los pasajeros de la atracción. Cuando llegó a Leo se quedó perpleja, el arnés había desaparecido dentro del paquete de aquel niño guapo. Ella no podía dejar de mirar las dos enormes protuberancias que había a cada lado de sus diminutos pantalones, y el gran pepino que había justo descansando sobre ellos. Mientras Leo estaba en shock, ella no perdió la oportunidad de tocar esa monstruosa masa de carne. Hundió sus dedos en el centro de aquellas esferas masculinas buscado el cierre del arnés. Sus hábiles dedos exploraron cada centímetro de la superficie de las gónadas. Estaban tan aprisionadas y sometidas a tanta tensión, que la invasión de los dedos dentro de los delicados tejidos no ayudó a reconfortar a Leo. La chica por fin notó el cierre de la pieza metálica, pero casi no podía acceder por estar enterrada dentro del saco del semental. Con un esfuerzo mayor, hundió aún más sus dedos, mientras Leo mareado intentaba emitir algún quejido. Ella se mordió el labio usando todas sus fuerzas, penetrando más y más en el interior de la masculinidad del joven, casi tenía acceso al cierre,

 

CRAAACK

 

 

Entonces notó que algo cedió dentro de aquella masa testicular compacta y sitió menos resistencia dentro del pantalón, pudiendo liberar el arnés que tenía a Leo atrapado en el asiento.

 

“Mmmmhh, ahhhh” Suspiró Leo volviendo a la plena consciencia, con su entrepierna ardiendo de dolor. Se puso de pie con dificultad.

 

Ella sonriente le miró de arriba abajo. “Buena herramienta, guapo”

 

Las mejillas sonrojadas y cubiertas de pecas de Leo mostraban más enfado que timidez, mientras con una mano se sujetaba su paquete dolorido, con la otra empujó a la joven mujer tirándola al suelo “¡apártate guarra!”. Leo tambaleante se alejó de la atracción junto con sus 2 amigos mientras ellos se burlaban de él y de su manera de andar.

 

Sin embargo, los 2 hermanos de la chica, que estaban a cargo de un pequeño puesto de piñatas, justo en frente a la montaña rusa, habían visto como Leo insultaba a su hermana y la empujaba al suelo. Eran de mayor edad, estando en la veintena, con aspecto muy osco, ambos de cabello largo y muy oscuro, con alguna cicatriz que les recorría la cara, sabía cómo tratar a ese tipo de niños malcriados. Se hicieron un gesto entre ellos y siguieron a Leo unos pasos por detrás durante un par de minutos. En el momento adecuado le empujaron detrás del establo de los animales del circo, fuera de las miradas de los transeúntes. Los 2 amigos de Leo se fueron corriendo asustados dejándole solo frente a los enfurecidos hermanos de la muchacha humillada. Le rodearon uno por delante y otro por detrás.

 

“Qué queréis vosotros, os voy a partir la cara como no os vayáis corriendo” les espetó Leo valiente, a pesar de estar en clara desventaja.

 

El agresor que tenía enfrente llevaba un poco de serrín en su mano, y se la lanzó a Leo en los ojos, pillándole completamente desprevenido. Quedó cegado y empezó a frotarse los ojos con ambas manos. Uno de los hermanos había visto como andaba Leo con las piernas abiertas mientras se acariciaba su paquete. Ahora estaba completamente desprotegido y se veía enorme, un objetivo fácil que le enseñaría una lección. Lanzó una poderosa patada que dio justo en el blanco, entre los 2 testículos de Leo.

 

PLOF

 

“¡Mis pelotas!” Exhalo Leo mientras recibía una segunda patada desde detrás, proveniente del otro hermano que se animó a la sesión de ballbusting improvisada.

 

PLOF

 

Leo se intentó cubrir su entrepierna, pero desde atrás le agarraron los brazos.

 

PLOOOF

 

Otra patada devastadora aplastó su pelota izquierda peligrosamente.

 

“Joder, Pedro, este cabrón tiene huevos de toro” Se río alegremente el hermano que estaba propinándole las patadas frontales

 

PLOOOOF

 

De nuevo, su bola izquierda se redujo su tamaño a una fracción.

 

“¡Noooo!” Gritó Leo, sintiendo como sus bolas eran devastadas por el loco que tenía en frente. Varias gotas de sudor resbalaron desde los cabellos oscuros de Leo recorriendo su fruncida frente.

 

 

PLOF, PLOOOF

 

La puntera de la bota del agresor aplastó ambos testículos por igual.

 

“Vamos a ver que escondes ahí, seguro que es todo relleno” Sonrió uno de los asaltantes. Leo estaba mareado por el dolor, no ejerció ninguna resistencia cuando deslizaron unos centímetros su pantalón y calzoncillos revelando su prodigiosa polla y las gónadas rojas e hinchadas que la acompañaban. Estaban perfectamente rasuradas sin un solo pelo, con una piel muy fina y blanca que dejaba ver todas las venas superficiales que recorrían los delicados testículos.

 

“Joder, si que es grande. Nos vamos a asegurar que no vuelvas a molestar a nuestra hermana y ni a ninguna otra mujer” Solo terminar la frase, lanzó un puñetazo que impacto en los testículos desnudos de Leo.

 

PLAF

 

Los nudillos penetraban profundamente la cane que contenía su saco.

 

PLAF

 

PLAAAF

 

PLAAAAAF

 

“Tienes que probar esto, es increíble” Los hermanos intercambiaron posiciones y continuó el asalto a la masculinidad de Leo.

 

PLAF

 

PLAAF

 

PLAAAAF

 

Uno tras otro, los puñetazos iban ablandando las bolas de Leo. Asustado, notó como este hermano golpeaba con más fuerza que el otro hombre. Leo observó como los brazos del hermano que parecía llamarse Pedro, debían de tener el doble de volumen que los de su hermano.

 

PLAF

 

PLAAAF

 

PLAAAAAAF

 

“Este saco parece estar lleno de gelatina, como si no hubiéramos dejado nada sólido dentro. Vamos a comprobarlo” En pánico, Leo vio como el hermano con bíceps de acero agarró una de sus bolas en cada mano y empezó a apretar.

 

“No, no, parad, por favor, vais a romperlas,¡¡¡ahhhhh!!!” Lloriqueó Leo, con la cara roja y la saliva corriéndole por la comisura de sus gruesos labios.

 

Las manos fuertes de aquel hombre empezaron a comprimir más y más la masculinidad del semental.

 

“Parece que todavía hay dos huevos enteros aquí dentro, están más duros de lo que parecía, jajaja” sus bíceps se tensaron y el espacio dentro de sus manos se redujo considerablemente. El agresor y Leo notaban como las bolas estaban a punto de reventar.

 

“Un poco más chaval, veamos si resisten estos cojones” la presión fue todavía mayor, los ojos de Leo estaban como platos. La carne de las bolas rezumaba entre los dedos del hombre, con la piel tensa, brillante y de un color rojo intenso.

 

CHAAASH

 

La presión era tan fuerte, que al final estallaron alguno de los túbulos que formaban esas colosales gónadas. El hombre se sorprendió al sentir como algo se reventaba dentro de sus manos y con un último apretón liberó ambas pelotas.

 

“Chaval, si no te vas de la feria ahora y te volvemos a ver, nos aseguraremos que tus pelotas queden inservibles” Con un empujón del hombre enfurecido, Leo golpeó y rompió la valla del establo y cayó dentro de la cuadra, mientras los 2 hermanos se alejaban riéndose satisfechos con el trabajo que habían hecho.

 

Leo quedó tumbado en el suelo del establo boca arriba, sus piernas musculosas cubiertas de un bello oscuro muy corto dobladas hacia el techo, con su ropa ligeramente bajada y sus atributos desnudos. Se acariciaba una y otra vez sus bolas, doloridas e hinchadas, con un color poco saludable, sentía que tenían un tamaño más grande de lo habitual, pero al menos seguía teniendo sus 2 valiosas pelotas. Entreabrió un poco los ojos y vio que había varios burros rodeándole, comiendo algo de forraje tranquilamente.

 

Leo intentó incorporarse y para ayudarse agarró el rabo de uno de los burros tirando no demasiado fuerte. El burro, más por susto que por dolor, con un fuerte rebuzno lanzó una poderosa coz hacia atrás. La pata del animal fue tan rápida que Leo apenas pudo verla, pero sí pudo sentir como la pezuña del animal se encajaba entre sus fornidas piernas.

 

CRAAAK

 

Sus cuádriceps se tensaron marcando cada fibra de muscular, pareciendo que iban a reventar. El dolor volvió a explotar dentro los testículos machacados del joven. Una lágrima recorrió su marcada mandíbula, pero no pudo emitir ningún sonido de su boca mientras esta permanecía abierta de par en par, dejando ver su dentadura perfecta y blanca.

 

Las bolas de Leo habían sido aplastadas brutalmente por el ataque del animal, quedando comprimidas a una fracción de su estado original en décimas de segundo, aunque esta vez también había quedado atrapado su colosal polla entre la pata del animal y su pelvis. Los burros asustados por el revuelo se alejaron del chaval, que estaba gimoteando de rodillas en el suelo, mirando sus milagrosamente enteras gónadas. Sin embargo, la marca de herradura del animal había quedado permanentemente marcada en la parte frontal de su gigantesca pelota derecha y en la base de su polla. De hecho, una hendidura con forma de media luna había quedado impresa en el órgano dañado.

 

Su enorme paquete inflamado apenas entraba dentro de su ropa interior, por lo que decidió guardar sus calzoncillos en uno de sus bolsillos dejando únicamente el fino pantaloncito de algodón para cubrir su masculinidad. Volvió a ponerse de pie y cojeando salió del establo, intentando olvidar el dolor pulsante que provenía de sus prodigiosos huevos.

 

Encontró a sus 2 amigos esperando a ser atendidos en un puesto de comida.

 

“Leo, estábamos preocupados por ti, esos 2 tipos eran peligrosos, parecía que querían darte una buena paliza…pero no tienes ni un rasguño” comentó asombrado mientras observaba la cara de Leo buscando algún moratón bajo sus ojos, el labio partido o restos de sangre en su nariz, sin saber que se habían centrado en intentar aniquilar las posibilidades de ser padre de su amigo.

 

“Me he encargado de ellos, no me volverán a molestar” dijo socarronamente Leo hinchando su pecho orgulloso, y guiñando uno de sus enormes ojos oscuros con una media sonrisa, ocultando la realidad a sus amigos.

 

El hombre que atendía el puesto de comida era de mediana edad, con un delantal algo sucio y muy alterado ante la gran cantidad de visitantes que le reclamaban comida. Leo pido un gofre con una bola de helado de vainilla. El hombre llenó apresuradamente con masa la máquina para hacer gofres empujándola peligrosamente hacia el borde del mostrador, mientras Leo se inclinaba hacia delante con algunas monedas en su mano para pagarle, aproximando su abultado paquete sobre el mismo mostrador. El dependiente con un rápido movimiento cerró la tapa de la gofrera cogiendo las monedas de la mano de Leo y se giró para dejarlas en una caja metálica. Los ojos de Leo se abrieron desorbitadamente al notar como parte de su masculinidad había quedado atrapada dentro de la máquina.

 

“¡¡¡¡Uhhhaaaaaa!!!!” Leo empezó a gritar asustado mientras le miraban 2 señoras alarmadas que estaban junto a él, que no comprendían que pasaba. En ese momento unos fuegos artificiales empezaron a surcar el cielo llamando la atención de todos los que le rodeaban.

 

La cabeza de su polla y la mitad de sus testículos estaban siendo brutalmente aplastados dentro entre las 2 piezas metálicas unidas por un pasador de acero que las mantenía a una distancia fija de 1 cm, como si de una prensa se tratase. Unas pelotas tan grandes como las de Leo no estaban preparadas para estar comprimidas en un espacio tan reducido. Las mitades de los 2 órganos se expandieron expulsando parte de la masa líquida del gofre que rezumaba por los bordes de la máquina. Mientras los tejidos de las gónadas de Leo se tuvieron que adaptar a los recovecos y formas caprichosas del interior de la gofrera, con algunos puntos en los que la placa superior casi tocaba la placa inferior, sometiendo a las membranas de sus testículos al borde de la rotura. Pero la peor parte, era la elevada temperatura que alcanzaba el metal, quemando la tela de su pantalón y tostando la fina piel del saco de su masculinidad y la sensitiva cabeza de su rabo. Leo agarró con determinación la máquina y empezó a tirar de ambas placas en sentido opuesto para abrirla, olvidando quitar el pasador de acero.

 

Mientras todos los demás, incluido el dependiente del puesto de comida estaban absortos contemplando el cielo y las explosiones de colores del mismo, los fuertes brazos de Leo luchaban por salvar su masculinidad. Sus antebrazos y bíceps estaban en tensión, hinchados y brillantes surcados por infinidad de fibras musculares. Notaba como se quemaba su prepucio y los fluidos del interior de sus bolas parecían empezar a hervir. Sus huevos se estaban cocinando sin que él pudiera hacer nada por evitarlo. Un último empujón y consiguió romper el pasador salvando su entrepierna. Su pantalón echaba un poco de humo y estaba negro. No sabía en qué estado habrían quedado sus posesiones más valiosas.

 

“Toma joven, aquí tienes tu gofre” Leo salió de su ensimismamiento. Agarró el pedazo de cartón que contenía el gofre. Podía intuir bajo la bola de helado la forma de sus 2 testículos impresos en la masa del dulce. Le dio un mordisco dentro su mundo de dolor, mientras varias lágrimas le recorrían sus mejillas, y un reguero de moquillo salía de su nariz enrojecida.

 

Los fuegos artificiales pararon y sus amigos le agarraron del brazo “vamos a la casa del terror, dicen que es lo mejor que hay en la feria”

 

Leo suspiró notado como sus bolas latían dentro del saco, mientras se dirigían en un extremo del recinto hasta un pequeño edificio con un decorado de cartón que le daba una apariencia siniestra. Un hombre joven les vendió unos tickets y les explicó las instrucciones, tenían que avanzar siempre hacia adelante y nunca parase ni volver hacia atrás.

 

Entraron en un pasillo muy oscuro y largo decorado con cuadros de personajes de otras épocas. Los ojos de los mismos les seguían con la mirada, sin lugar a dudas un mecanismo instalado tras la pared, pensaron los 3 jóvenes. En ese momento una puerta se abrió en un extremo del pasillo y una figura alargada surgió con un enorme cuchillo y con un rugido empezó a avanzar hacia ellos. Los amigos empezaron a correr en sentido opuesto gritando pero los pantalones de Leo, rotos y quemados, se deslizaron hasta sus tobillos y cayó de boca contra el suelo.

 

Mientras los amigos de Leo desaparecieron doblando la esquina del corredor, el semental permanecía tumbado con las piernas abiertas en mitad del pasillo. El actor con el disfraz de asesino reaccionó a tiempo y con un fuerte salto supero el cuerpo de Leo y siguió corriendo hasta desaparecer al final del corredor persiguiendo a sus amigos, pero el dolor volvió a estallar entre las piernas del chico maldito.

 

“¡Ohhhhhhh!” Leo berreó de dolor.

 

En la oscuridad, lo que ninguno de ellos fue consciente era de que Leo no llevaba calzoncillos y con los pantalones atrapados en sus tobillos, sus gigantescas pelotas descansaban en el suelo. Unos segundos antes el actor encajó su pié perfectamente entre los poderosos y musculosos muslos de Leo, su pie aplastó el testículo izquierdo y cogió impulso para dar el salto, apoyando en el proceso todo su peso en el órgano reproductor del semental que se comprimió contra el duro suelo de madera hasta una fracción de su tamaño normal. La presión fue tan fuerte, que Leo sintió casi estallar toda su bola. Arqueó la espalda por el dolor y quedó paralizado intentando controlar las arcadas que provenían de su estómago. Solo en el centro del pasillo y sumido en su mundo de dolor, no se percató que un nuevo grupo de visitantes penetró en el pasillo desde la entrada de la casa. Se repitió la escena, el grupo de 5 personas empezó a correr cuando la puerta de abrió y la silueta del asesino apareció, todos sin percatarse del cuerpo que estaba tendido en la oscuridad. Leo no pudo reaccionar, y de nuevo la mala suerte hizo que cada una de las 5 personas pisará la entrepierna del joven. Fueron aplastando uno a uno todo el saco de Leo, pero el pero fue el último. Se trataba de una mujer de mediana edad que avanzaba con dificultad con unos zapatos que tenían un tacón no muy alto pero sí muy afilado, mientras que la suela de su calzado se apoyó en la abultada y blanca nalga de Leo, el tacón se clavó en el centro de la maltratada esfera derecha.

 

“¡Ahhhhhrg! ¡Noooo!” La mujer, no estaba sorprendida por los gritos que pensó que serían parte del espectáculo, pero estuvo a punto de caerse al pisar las irregularidades del suelo oscuro, sin saber que era el cuerpo de un adolescente.

 

Todo sucedió en unos segundos, el peso de la mujer concentrado en una superficie tan pequeña hizo que el tacón perforara la fina piel del saco del joven, y atravesó la dura membrana protectora de la pelota casi sin esfuerzo hasta tocar el suelo. La forma saludable esférica de su testículo quedó convertida en un enorme donut aplastado contra el suelo. La mujer, tambaleante se alejó y desapareció por el final del pasillo.

 

Los brazos fuertes del actor le ayudaron a incorporarse

 

“Vamos chico, muévete, es peligroso que estés tirado en mitad del pasillo, alguien puede hacerse daño”. Una puerta se abrió hacia el exterior en el pasillo y el actor arrojó a la calle al tembloroso Leo que quedó cegado por la luz de fuera. La puerta se cerró a su espalda. Estaba en la parte trasera de la casa entre unos cubos de basura, semidesnudo, de rodillas y sujetándose las bolas doloridas. De la parte derecha de su saco corrí un hilo muy fino de sangre del gigantesco testículo empalado. Completamente cegado escuchó una voz familiar.

 

“Mira, es el imbécil ese otra vez. ¡Te dijimos que si no te ibas de la feria te enseñaríamos una buena lección!” Los hermanos que le habían dado una paliza anteriormente, estaban fumando unos cigarrillos mientras descansaban de su turno. Uno de ellos se acercó al indefenso joven y lanzó una patada entre sus piernas. Por suerte para Leo, las manos que protegían su masculinidad absorbieron parte del impacto. Cayó a un lado en posición fetal

 

“Sí, sí, he aprendido la lección, dejadme en paz” Suplicó Leo arqueando su voluminosa espalda. El hermano que tenía los bíceps más desarrollados, con una sonrisa malévola se agachó junto al semental.

 

“Sabes, no creo que sea justo que un imbécil como tú tenga unos huevos tan grandes” deslizó sus manos entre las piernas de Leo, y tras un breve forcejeo consiguió apartar las fuertes manos del semental y agarrar enérgicamente uno de sus testículos. Empezó a apretarlo con fuerza, comprimiéndolo más y más.

 

“Noooo, ¡Ahhhhh!” Los gemidos de Leo hicieron que el bíceps del asaltante se contrajera más aplastando todavía más la pelota, que cada vez tenía un espacio más reducido dentro de aquel fuerte puño. El hombre quería volver a sentir como algo cedía dentro de aquella prodigiosa gónada, y aplicó toda su fuerza. Entonces volvió a suceder,

 

CHAAASH

 

Varios túbulos productores de esperma estallaron en el corazón de la pelota. El asaltante relajó su mano satisfecho mientras Leo quedaba inconsciente en su mundo de dolor.

 

“Ayúdame, tengo una idea” Le dijo un hermano al otro mientras arrastraban el cuerpo inconsciente del joven unos metros a la parte de atrás de su puesto, lejos de todas las miradas de los caminantes.

 

El puesto de los hermanos llamado “rompe la piñata” había varios recipientes de cerámica y cartón de diferentes tamaños y colores colocados en la pared que varios adolescentes se afanaban en romper para ver el regalo que contenían dentro. Una chica muy joven señaló una pequeña piñata con forma de 2 óvalos del tamaño de 2 limones de tonos rojos y morados, sin saber que al otro lado de la pared del puesto estaba su dueño inconsciente recostado en la parte interior del recinto con las manos atadas y sus propios calzoncillos metidos dentro de la boca desapareciendo su masculinidad por el agujero practicado en el muro.

 

“Quiero romper esta piñata, es pequeña pero seguro que tiene un premio muy especial dentro” Señaló sonriente la chica mientras le daba a uno de los hermanos que trabaja en el puesto unas monedas. Ella agarró una maza de madera y apuntó sobre los 2 orbes y con un golpe no demasiado fuerte los aplastó. La maza rebotó, como si las esferas fueran de caucho, pero no se rompieron. Ella depositó nuevamente unas monedas en la mano del hombre y volvió a golpear, esta vez con más fuerza y precisión, pero con el mismo resultado.

 

“¡Maldita sea! No se me va a resistir esta vez” Con un par de pasos hacia atrás intentó su mejor golpe. Esta vez los orbes quedaron unos segundos aplastados contra la pared pero poco a poco volvieron a recuperar su forma ovalada.

 

El novio de la chica, un adolescente de cabello rizado rubio, apoyó su mano en su hombro y la apartó suavemente guiñándole un ojo. Le entregó de nuevo unas monedas al vigilante y agarró la maza. Aunque el novio era muy joven, había desarrollado unos poderosos brazos y sabía cómo usarlos. No pensaba quedar mal delante de su novia y pesaba pulverizar esa piñata.

 

PLOOOF

 

El impacto fue tan fuerte, que en una fracción de segundo los 2 enormes testículos se deformaron lo suficiente para poder atravesar el muro por un agujero con la mitad de su tamaño. Los tejidos internos se amoldaron y retorcieron, desgarrándose en su interior de las prodigiosas gónadas, enviando fuertes sacudidas de dolor al cerebro del dueño de semejante masculinidad. Los ojos de Leo se abrieron como platos devolviéndole a la consciencia. Intentó gritar desde lo más profundo de sus pulmones, pero sus propios calzoncillos enmudecieron su boca. Leo intentó salir de corriendo y alejarse con sus bolas ya liberadas, pero no contaba con que sus pantaloncillos estaban enrollados en sus tobillos y además maniatado. Perdió el equilibrio y cayó de cara sobre el terreno, sin poder poner sus manos para minimizar el impacto al tenerlas atadas en su espalda. Sus pelotas quedaron atrapadas bajo el peso de su cuerpo que fueron brutalmente aplastadas con el impacto contra el suelo.

 

Mientras tanto, al otro lado del muro los hermanos estaban discutiendo acaloradamente con los 2 clientes que reclamaban su dinero al comprobar que la piñata había desaparecido por el agujero de la pared y no tenía ningún regalo en su interior mirando el suelo buscando los restos de los 2 orbes que supuestamente debían haberse roto bajo la maza de madera. Al cabo de 5 minutos, uno de los hermanos miró fijamente al novio de la joven clienta.

 

“Ven, sígueme a la parte de atrás del puesto y te daré el premio que ha ganado tu novia”

 

Pedro, el hermano más corpulento y el joven novio de la chica, rodearon el muro accediendo a la parte de atrás del puesto de feriantes, donde había gran cantidad de peluches gigantes y paquetes envueltos con papeles de llamativos colores. Pero lo que más llamó la atención de Pedro era que justo donde esperaba encontrar al semental maniatado y semicastrado, sólo había unos trozos de cuerda y los calzoncillo que usaron para amordazarle. Pedro estaba furioso, Leo había escapado. Miró de arriba abajo al joven rubio de pelo rizado que estaba distraído buscando entre los diferentes premios uno que satisficiera a su novia. Pedro se acercó por detrás e introdujo su fuerte brazo bajo el pantalón del adolescente. Encontró 2 bolas de un tamaño respetable y apretó con todas sus fuerzas. El rubio quedó enmudecido, con sus labios apretados por el dolor y sus ojos azules desorbitados. El puño de Pedro se cerró más y más comprimiendo los genitales del joven hasta unos límites inconcebibles, descargando su ira en los débiles órganos masculinos. Las frágiles membranas de esas gónadas no estaban diseñadas para resistir tanta presión como las de Leo y en pocos segundos cedieron.

 

POP

POP

 

Pedro sorprendido, notó como después de un suave doble estallido dentro de su mano, en un instante lo que antes eran 2 testiculos sanos y firmes no había más que una gelatina sin forma rellenando el saco entre sus piernas. El delgado joven se cayó lentamente inconsciente al suelo. Ahora Pedro tenía que contarle a su hermano que tenían un nuevo problema. Sin embargo, en su mente pensaba como sería sentir reventar completamente los huevos del semental que se había escapado, mucho más resistentes y de un tamaño de más del doble que los que tenía el eunuco que yacía a sus pies.

 

Leo iba caminado con dificultad por uno de los caminos de la feria, con las piernas bien abiertas. Sus pelotas estaban doloridas, pero no tanto como era de esperar, las sentía muy inflamadas y entumecidas, lo cual era preocupante. Decidió que era el momento de volver a su casa y colocarse una bolsa de hielo entre las piernas para aliviarse. Se acercó a la entrada del recinto donde estaba su bicicleta. Se sentó con mucho cuidado y empezó pedalear por el sendero que conducía hacia su casa.

 

El viento era fresco y se sentía realmente agradable entrando por las perneras de sus pantalones cortos, especialmente desde que no llevaba calzoncillos y sus bolas recibían directamente el refrescante aire. Su cara era de alivio, hasta una sonrisa empezó a dibujarse en su cara. No pasaron más de 2 minutos cuando Leo sintió que junto con el viento algo entró dentro de sus pantalones y en un instante notó un agudo dolor que se repetía en varios puntos de sus abultadas fábricas de bebés.

 

La mueca del rostro de Leo se torció, su cerebro estaba intentando procesar lo que pasaba. Él no lo sabía, pero 3 avispas se habían colado dentro de sus pantalones. Al haberse visto atrapadas entre la tela y las gónadas del semental empezaron sus ataques perforando la fina piel de su saco e inyectando veneno en los tejidos interiores. Leo lanzó su mano con fuerza a su paquete para intentar eliminar a las intrusas, pero el dolor se incrementó todavía más.

 

Apurado por su instinto apretó bruscamente los frenos de la bicicleta. La fuerte inercia hizo que el joven resbalara del sillín cayendo sobre la barra metálica que tenía delante. El objeto metálico se encajó perfectamente entre las piernas de Leo hundiéndose en su descomunal paquete. En unos instantes sus pelotas hinchadas se aplastaron con fuerza entre el hueso pélvico de Leo y la barra, deformándose más y más por la presión ejercida por el cuerpo del adolescente. Todo el peso se concentró en los 2 órganos que no pudieron resistir mucho más, las maltratadas membranas empezaron romperse, y los tejidos internos que habían empezado a perder su firmeza por los castigos recibidos ese día empezaron a desgarrase. Leo se puso bizco y su boca quedó abierta en un grito ahogado al sentir como algo estallaba dentro de su saco.

 

SPLOCH

 

Cayó de la bicicleta rodando por el camino. Hecho un ovillo colocó sus manos entre sus piernas intentando minimizar los latidos de dolor que provenía de 2 gónadas. Tumbado en el suelo se retiró el pantalón para examinar su masculinidad. Sujetó en la palma de sus manos 2 enormes huevos hinchados, de color rojo intenso con franjas y círculos morados, ambos habían perdido su forma saludable ovalada estando mucho más planos. Apretó entre sus dedos la masa testicular del gemelo izquierdo, su cara reflejó un profundo dolor entrecerrando los ojos. Bajo sus dedos no se sentían tejidos firmes, sino una estructura que parecía arcilla en la que quedaba impresa la forma de sus dedos permanentemente.

 

Leo estaba tan mareado por el dolor y tan concentrado examinando su masculinidad dañada, absorto en su propio mundo, su bicicleta estrellada entre unos arbustos y él semidesnudo abierto de piernas en el centro del camino. No se percató que alguien se acercaba a gran velocidad también en bicicleta por el centro del sendero. Leo alzó la mirada y advirtió como el peligro se acercaba muy rápido. Levantó las manos y empezó a agitarlas.

 

“¡No, no, paraaaaaa!” Gritó angustiado sin poder reaccionar dejando imprudentemente desprotegida su entrepierna.

 

La rueda de la bicicleta del ciclista rodó entre las piernas de Leo, pasando por encima de las dañadas bolas del semental y saliendo por sus fuertes abdominales. La rueda parecía un rodillo amasando el contenido de su saco, reduciendo las ya escasas posibilidades del joven de ser padre en el futuro. Ya era demasiado para el cerebro de Leo y cayó en la inconsciencia sin saber si quedaba algo entero dentro del saco que colgaba entre sus piernas.

 

A una distancia de un par de kilómetros, en la tienda de Casandra dentro del recinto de la feria, los restos quebrados de la figura del Dios de la Fertilidad Masculina descansaban sobre una estantería. Una luz tenue azulada surgió de cada fragmento uniéndose mágicamente, quedando la estatuilla intacta como estaba a primera hora de esa misma mañana.

 

 

domingo, 26 de marzo de 2023

Juegos peligrosos

 

By Bignueces

 

El Suzuki estaba avanzando a gran velocidad por la carretera estrecha bordeada de nieve y altos abetos. Al girar en una curva frenó justo enfrente de una verja no muy alta metálica que daba acceso a un jardín completamente cubierto por un manto blanco. En el centro de alzaba una imponente casa de madera de 2 plantas, con el mismo estilo de todas las que salpicaban el paisaje de la pequeña localidad de Breglia.

 

Del coche bajaron sus 4 ocupantes en dirección edificio, conversando animadamente sobre el día que habían pasado en la montaña, mientras el sol se empezaba a ocultar tras las primeras estribaciones de los Alpes, dejando tras de sí una impresionante puesta de sol.

 

Lorenzo se quedó atrás cerrando el coche, mientras observaba durante unos instantes con sus profundos ojos negros el reflejo del sol sobre las tranquilas aguas del lago que se escondía entre los árboles. El joven de 20 años, era el más corpulento de los 4, aunque todos tenían unos cuerpos musculosos fruto de su entrenamiento diario en el gimnasio, Lorenzo siempre había tenido una predisposición superior al resto de los chicos a que su musculatura creciera de manera más llamativa, especialmente sus amplios pectorales y ancha espalda. Después avanzaba Mateo, también tenía el pelo muy oscuro, como Lorenzo, pero a diferencia de este, sus ojos grandes y azules siempre habían llamado la atención de las personas que se cruzaban en su camino. Iba hablando animadamente con Fabio, igualmente atractivo como los otros jóvenes, con una mandíbula muy marcada y una prominente nariz que resultaba atractiva en su rostro masculino. Fabio, con el pelo ligeramente más largo que los demás y ondulado de color castaño, contaba con unas piernas especialmente musculosas por su afición al futbol, incluso más poderosas que las de Lorenzo. Por último, encabezando la comitiva iba Alessandro, que a diferencia del resto, tenía el pelo rubio completamente revuelto, con una cara de rasgos más infantiles que le daba un aspecto de inocencia que nada tenía que ver con la realidad de su personalidad, y era ligeramente más delgado y alto que los otros chicos.

 

Ya era el segundo día de la semana que estarían allí descansando durante las vacaciones de invierno. Alessandro fue el primero en entrar activando la calefacción y encendiendo el fuego de la chimenea del amplio salón. Lorenzo fue a ducharse mientras Fabio y Mateo empezaban a preparar la cena. Un par de horas más tarde, la temperatura de la casa iba subiendo cada vez más, unido a la cantidad de copas de vino que habían tomado durante la cena, terminaron en ropa interior junto a la lumbre de la chimenea, sobre la alfombra jugando a las cartas. Alessandro desapareció durante un periodo largo con la excusa de ir al baño y reapareció arrojando una caja pesada en el centro de la alfombra sobre las cartas.

 

Fabio le miró molesto “Alex, pero qué haces ¡Estamos en mitad de una partida!” 

 

 

 

 

 

Alessadro señaló la caja “mirad lo que he encontrado entre los trastos de una de las habitaciones”

 

La caja de cartón tenía 2 huevos de gallina dibujados, uno de ellos con la cascara rota y empezando a rezumar la yema de su interior, con un rótulo grande que ponía ¿Tienes Huevos para Jugar?.

 

Se trataba de un polvoriento juego con un tablero, dados, relojes de arena de diferentes tamaños y varios tacos de cartas. Fabio estaba especialmente excitado, nunca había visto un juego así. Leyendo las instrucciones era muy sencillo, cada uno de los jugadores escribiría en un trozo de papel un deseo que se llevaría a cabo si resultase ganador del juego llegando el primero a la meta del tablero. Por lo demás, había unos símbolos en algunas de las casillas del tablero que obligaban a coger una carta de uno de los montones y cumplir lo que allí decía. La única condición a cumplir era que los jugadores tenían que tener “huevos” para participar.

 

Después de leer las instrucciones Fabio indicó “tenemos que escoger un taco de cartas para la partida, hay 3 categorías, eunucos, atrevidos o verdaderos machos, jajaja”

 

Lorenzo agarró su enorme paquete a través de su ropa interior blanca “¡aquí sólo hay un verdadero macho!”

 

Mateo observaba el juego desconfiado “aquí dice que la elección de la última categoría puede conllevar daños personales irreversibles, ¿no será peligroso?”

 

“¿Tienes miedo nenaza?” le miró burlonamente Alessandro

 

“Yo no tengo miedo, ¡os demostraré que soy el más macho de todos!” También Mateo se agarró su paquete mostrándolo desafiante.

 

Alessandro había leído en secreto algunas de las pruebas antes de bajar con el juego, y miraba ansioso los enormes paquetes de sus amigos. Mientras que él tenía unos testículos de tamaño normal, los de sus amigos eran descomunales. No dejaba mucho para la imaginación la fina tela de los calzoncillos blancos de sus 3 amigos.        

 

Colocaron el taco de cartas con las pruebas más desafiantes sobre el tablero y empezaron el juego. Al final de la primera ronda, Mateo cayó en una casilla con el símbolo de una carta, cogió una del montón y empezó a leerla.

 

“Recibirás tantos rodillazos de tus rivales en los huevos, como el número que salga en el dado” Nervioso tiró el dado y salió un 3.

 

Lorenzo miró sonriente “parece que esto se pone emocionante, empezaré yo”

 

Lorenzo obligó a Mateo a colocarse contra la pared, con las manos detrás de la espalda y las piernas bien abiertas. Lorenzo a un palmo de la cara de Mateo, sonreía mientras rozaba su rodilla contra el paquete de su amigo, sin previo aviso, enterró la rodilla entre las 2 bolas del semental con una fuerza moderada. Un pequeño quejido se escapó de los labios mientras el dolor recorría su cuerpo, se frotó sus pelotas y ya estaba Fabio colocado en la misma posición, dándole un rápido, aunque no muy fuerte rodillazo en ambas bolas. Otra vez, Mateo se dobló por el dolor acumulado. Por último, tenía al más delgado Alessandro frente a frente. Alessandro quería hacer gritar de dolor a su amigo, y sabía cómo hacerlo. Centro toda su puntería en un solo testículo, y lanzó un rodillazo con todas sus fuerzas a la pelota izquierda. Alessandro notó como aquella bola gigante se aplastaba entre su rótula y el huevo pélvico del muchacho. La masa de aquel órgano era flexible y se aplastó más y más, hasta que llegó casi a los límites de su resistencia. Los enormes ojos azules de Mateo se abrieron en shock.

 

“¡¡¡Mierdaaaa!!!” cayó al suelo doblado de dolor, mientras sus amigos se burlaban de él. Tardó unos minutos en recuperarse, mientras el juego continuaba.

 

El siguiente en sacar una carta fue Fabio “te pondrás a horcajadas sobre un objeto sólido, tus rivales asegurarán que el único contacto con el objeto serán tus huevos. Uno de ellos podrá añadir su peso al tuyo por el tiempo que determine el reloj” Tiró el dado y salió un 2. Colocaron el reloj de arena marcado con un número 2 junto al tablero.

 

Alessandro con sonrisa malévola dijo “deberías usar el brazo de ese sillón, parece de madera muy sólida, desde luego más sólida que tus huevos, jajaja” Se empezaron todos a reír, “Tenemos que ver que realmente solo apoyas las bolas así que deberías quitarte la ropa para verlo con claridad” Alessandro intentó disimular su mirada morbosa.

Fabio no tenía problemas en desnudarse y mostrar los atributos de los que estaba más orgulloso. Se quitó la ropa interior dejando al descubierto 2 testículos grandes muy compactos dentro de su saco de piel oscura y cubiertos de un vello muy fino.

 

Fabio colocó una pierna a cada lado del brazo del sillón y se asegurando que el único contacto con la madera fuera su masculinidad. La presión no era fuerte, pues todavía tenía los pies apoyados en el suelo, sin embargo los 2 orbes se deformaron considerablemente . 

  

Alessandro empezó a dar instrucciones “Lorenzo, tu deberías de ponerte encima de él, eres el que más pesa, ¿más de 90 kg?”

Lorenzo se acercó por detrás tocando el culo de Fabio y este se quejó “¡no me toques!” Lorenzo sonreía viendo a su amigo en esa posición tan humillante y encima desnudo, con su culo virgen apuntando a su paquete.

 

Alessandro acercó el reloj de arena frente a los ojos de Fabio “en cuanto gire el reloj, tienes que levantar los pies del suelo” Giró el reloj y Fabio cumplió su parte. En el mismo momento que levantó los pies, todo su peso aplastó las gigantescas gónadas que pasaron de su saludable forma redondeada a 2 formas totalmente planas bajo su cuerpo. La presión era tan fuerte que quedó paralizado por el dolor. Las 2 bolas estaban al límite de su resistencia, el dolor y la presión eran muy intensas. En ese momento Lorenzo apoyó parte de su peso sobre la espalda de Fabio. Este se inclinó apoyando su pecho en el brazo de madera del sofá, descargando algo de presión de sus atributos masculinos. Alessandro se dio cuenta y con un gesto se lo indicó a Lorenzo, mientras el reloj de arena seguía vaciándose. Lorenzo no tenía previsto poner todo su peso sobre el cuerpo de Fabio, pero no le gustaban los tramposos, así que dejó caer sus 90 kg sobre la espalda del pobre semental unido al peso del propio Fabio.

 

CRAAANCH

 

Las bolas ligeramente peludas se aplastaron a solo una pequeña fracción de su tamaño original, demasiada presión para los testículos de un hombre, la membrana exterior de ambas pelotas se desgarró dejando salir una pequeña parte de su contenido interior a su saco, liberando la presión justa para no explotar como 2 globos de agua.

 

Los ojos de Fabio se abrieron como platos al sentir ese dolor tan agudo “Ahhhh, ¡joder quita de encima!” Lorenzo se retiró a la vez que el cumplía el tiempo que marcaba el reloj de arena. Fabio se sentó en el suelo acariciando sus bolas maltrechas, sin ser consciente de que estaban literalmente rotas.

 

Siguieron jugando mientras Alessandro no quitaba los ojos de las bolas desnudas de Fabio, cada vez más hinchadas. En ese momento Lorenzo le dio una palmada en la espalda “Eh, Alex, te estamos hablando a ti” Alessandro salió de su trance, Mateo había caído en otra casilla con un carta, que decía “recibirás tantos puñetazos como indique el dado, los anillos serán bienvenidos”. Las miradas se centraron en las manos de Alessandro, era el único que llevaba anillos. Con una sonrisa malévola deslizó uno de sus anillos, era de acero y tenía una calavera que sobresalía notablemente, lo agitó delante de los ojos brillantes ojos azules de Mateo, que le devolvió la mirada con temor. Arrojó el dado sobre el tablero y salió un 6. Mateo inconscientemente se cubrió con una mano su descomunal paquete compacto dentro de sus calzoncillos.

 

“Quiero ver esas bolas que estás tapando. Vamos, quítate la ropa machote” le Alessandro mientras hacía crujir sus nudillos, colocando el anillo en su mano derecha.

  

Mateo deslizó sus calzoncillos, dejando al descubierto una polla grande y dos enormes bolas enrojecidas por el abuso que habían recibido hacía unos minutos, colgando pesadas en el fondo de su saco perfectamente rasurado, con el testículo izquierdo visiblemente inflamado.

 

Alessandro se arrodillo delante de su amigo y centró su objetivo mientras Lorenzo se acercó por detrás de Mateo y agarró sus manos por detrás de su espalda “no queremos ninguna trampa, ¿verdad?”. Antes de que Mateo pudiera responder, recibió el primer puñetazo directo en el centro de sus gónadas.

 

BAAAM

 

El puño de Alessandro impactó con sus fuerzas haciendo un pequeño corte con el anillo en el saco de joven. Las dos bola se movían frenéticamente de un lado a otro por el golpe, cuando vino el segundo.

 

BAAAM

 

“¡Ohhhhh!” Mateo intentó forcejear para librarse de su apresor. Pero los impactos vinieron en una sucesión muy rápida, abriendo pequeños cortes en la piel del saco.

 

BAAAM

 

BAAAM

 

BAAAM

 

Cuando faltaba el último golpe, Lorenzo colocó su rodilla entre las piernas de su amigo, rozando la parte trasera de las pelotas que colgaban pesadamente, y le giñó un ojo a Alessandro. Éste, retrocedió con su brazo para coger todo el impulso posible y lanzó su golpe más devastador.

 

BAAAAAAAM CRAAANCH

 

La enorme bola izquierda quedó atrapada entre el puño de Alessandro y la rodilla de Lorenzo, comprimiéndose más allá de lo esperable para un testículo sin llegar a explotar. No obtante, el anillo penetró más y más en el centro del órgano deformado avanzando hasta tocar al otro lado la rótula de Lorenzo. En ese momento la cáscara del huevo se quebró radialmente desde ese punto.

 

Mateo cayó de rodillas al suelo sujetando su masculinidad dañada, con la boca abierta sin poder emitir ningún sonido y completamente bizco.

 

El juego continuó, mientras Mateo y Fabio seguían frotándose sus sacos hinchados.

 

Esta vez Lorenzo cayó en una casilla en la que tuvo que coger una carta. “recibirás tantas patadas como indique el dado. El ejecutor podrá escoger el calzado que más le convenga”. En esta ocasión salió un 3.

 

Fabio quería venganza, y por fin tenía su oportunidad “dejadme a mi este turno, no necesito ningún calzado, con mis piernas será suficiente. No necesito que te quites los calzoncillos, quiero ese paquete bien compacto” dijo tocando sus cuadriceps extremadamente desarrollados. Sabía que eran armas de destrucción, pero necesitaba descarga su ira sobre las bolas de Lorenzo.

 

Fabio colocó a Lorenzo de espaldas, ligeramente inclinado y con las piernas bien abiertas. Los hombros de Lorenzo eran increíblemente anchos en contraste con su delgada cintura, desde atrás, se observaba el enorme bulto blanco que contenía su hombría asomar entre sus piernas. Apoyó las manos contra la pared para hacer resistencia contra lo que sabía que iba a venir.

 

Los potentes cuádriceps de la pierna derecha de Fabio estaban en tensión, abultados, se podía ver cada fibra muscular mientras su pie se deslizaba a toda velocidad hacia su objetivo.

 

PLOOOF

 

El pie se enterró en el centro del bulto de Lorenzo aplastando las fábricas de bebés del semental con tanta fuerza, que se elevó unos centímetros del suelo. Lorenzo cerró sus ojos aguantando el dolor y manteniéndose en su posición.

 

“Espero no haber reventado uno de tus cojones, jajaja” Fabio lanzó otra fuerte patada entre la piernas de Lorenzo, con el mismo resultado.

 

PLOOOF

 

Lorenzo contuvo el grito que intentaba salir de sus pulmones. Sus pelotas latían de dolor. Alessandro sin embargo, podía quitar la vista del saco que colgaba desnudo entre las piernas de Fabio. Con cada patada, el movimiento hacía balancear sus pelotas en el interior del saco, provocándole tanto dolor casi como el que estaba recibiendo el castigo. No era consciente de que sus propias pelotas tenían una ruptura por la que se salían parte de los túbulos del corazón de sus gónadas, y con cada movimiento la cantidad era mayor y mayor. Pero su sed de venganza le impedía sentir las señales de alarma que le mandaba su cerebro.

 

PLOOOF

 

A pesar de que la tercera patada fue igualmente fuerte, los testículos de Lorenzo resistieron gracias a las duras membranas que los protegían. Lorenzo se apoyo en la pared conteniendo la respiración.

 

En las siguientes rondas nadie tuvo que sacar una carta, hasta que le tocó a Mateo.

 

“No, otra vez a mí, es injusto, ya es la tercera vez, y Alex todavía no ha tenido que sacar ninguna carta. ¡No puede ser!” se quejó Mateo.

 

En la carta se leía “Uno de tus huevos será apretado durante el tiempo que marque el reloj de arena, pero no es necesario usar la mano. Un cascanueces o alicates serán más adecuados”. Tiró el dado y salió un 6. El reloj de arena más grande.

 

“Joder, dejádmelo a mí” Dijo Alessandro excitado cogiendo la tenazas de la chimenea.

 

“¡Estás loco!, no, no, NO!” Mateo intento librarse del abrazo poderoso de Lorenzo, quedando inmovilizado. Alessandro se puso de rodillas entre sus piernas, sujetando las tenazas. La enorme bola izquierda estaba casi del doble tamaño que la derecha, demasiado tentadora para obviarla. Alessandro ensartó el testículo dañado y empezó a apretar.

 

“¡Para, detente, jodeeeerrr!” Empezó a suplicar Mateo. Pero la cara de sádico de Alessandro dejaba claro que no pararía hasta que el reloj dejase caer hasta el último grano de arena.

 

El orbe empezó a deformarse en el centro con demasiada facilidad. Alessandro apretó más fuerte. La bola, chafada en el centro, empezó a abultarse en los lados opuestos. Más presión. Casi todos los tejidos internos del testículo se habían desplazado hacia ambos lados.

 

“¡Nooo, va ha explotar Alex, Ahhhh!!!” Apretó un poco más. Fabio y Alessandro estaban hipnotizados por el espectáculo. La pelota sin nada de pelo, tenía la piel realmente brillante en los dos extremos, intentando contener toda esa materia que hacía que Mateo fuera un hombre. Ninguno de los presentes sabía que las fisuras estaban recorriendo aquella bola quebrada. Lorenzo estaba concentrado en sujetar a su amigo, y observando el tiempo restante del reloj de arena.

 

Alessandro no sabía si parar en ese momento, pero Fabio le dijo “venga Alex, un poco más fuerte, vamos a ver si ese cojón resiste” Entonces el extremo de las tenazas se juntó en el centro de la enorme bola.

 

“NOOO, mi huevo, ohhhhh….ohhh!” Los ojos de Mateo se quedaron fijos en el techo y quedó en silencio.

 

POP

 

Un sonido seco salió de esa pelota.

El testículo se rompió como si se tratase de un huevo de gallina. La cáscara se abrió en varios puntos y finalmente reventó dentro del saco, llenando el mismo con su contenido valioso. No quedó nada entero.

Al retirar la tenaza, el interior de ese lado del saco quedó sin forma , como si estuviera lleno de arcilla. Lorenzo libero a Mateo seminconsciente, que no comprendía que había perdido una de sus pelotas.

 

Solo Alessandro comprendía el daño irreparable que habían causado. Dejaron a Mateo gimoteando en el suelo protegiendo lo que quedaba de sus bolas.

 

El juego continuó, mientras los sacos de Fabio y Mateo se hinchaban más y más por el daño de los orbes que contenían. Alessandro estaba cerca de ganar la partida, siendo el que iba en cabeza. Esta vez Fabio sacó un carta “uno de tus compañeros podrá apretarte los huevos tanto como quiera, mientras siga cayendo la arena. Eres afortunado, podrás ser tú quien escojas al ejecutor”. Fabio miró los voluminosos brazos de Lorenzo, propios de un bodybuilder, y después los de Alessandro, que eran la mitad. Sin dudarlo dijo “Alex, serás tú”, sin saber el error que había cometido al escoger al más sádico de sus amigos.

 

Lorenzo inmovilizó a Fabio, mientras Alessandro se situó entre sus piernas de rodillas. La visión de Alessandro desde abajo era impresionante, situado entre las dos torres musculosas que formaban las colosales piernas de Fabio, tenía ante su cara el saco hinchado y rojo del semental, cubierto con una fina capa de pelusa oscura. Volteó el reloj de arena y agarró el enorme testículo derecho con sus dos manos. Al sondear la bola comprobó la insana rotura que tenía y empezó a apretar con sus manos. Con satisfacción sentía como la masa del interior de la gónada iba saliendo rellenado el saco, empujó con sus dedos como si se tratara de un tubo de pasta de dientes.

 

“¡Nooooo! Alex, ¡duele muchoooo!” Empezó a gritar Fabio mientras metódicamente dejaba sin contenido el órgano masculino que tenía entre sus manos. El lado derecho del saco quedo lleno de una masa sin forma. Alessandro no tuvo tiempo de repetir el mismo acto con la bola izquierda, pero estaba satisfecho con su trabajo. El dolor había agobiado tanto a Fabio, que se deslizó mareado al suelo, con la mitad de su masculinidad completamente destruida.

 

Alessandro tiró el dado, y justo obtuvo la puntación para llegar a la meta. Empezó a dar saltos de alegría “He ganado, ¡¡¡jajaja!!!”

 

Lorenzo lo miraba con desconfianza “me parece increíble que no hayas sacado ni una sola carta en toda la partida y además has ganado, no habrás hecho trampas, ¿verdad?”

 

“Vamos Lorenzo, no seas mal perdedor. Ahora mi premio. Venga, leelo tú” Alessandro señalo uno de los 4 trozos de papel en el centro del tablero, concretamente el que él había escrito al comenzar la partida.

 

Lorenzo lo desenrolló y al leerlo sus mejillas se ruborizaron. Miró incrédulo a Alessandro, mientras Fabio y Mateo seguían retorcidos en el suelo gimiendo de dolor.

 

“Alex, ¿estás de broma?” En el trozo de papel ponía que Alessandro repetiría todos los castigos desde el comienzo de la partida en el amigo que el designase.

 

“Lo siento Lorenzo, pero creo que los únicos huevos que pueden soportar todo otra vez son los tuyos. Si no recuerdo mal, todo empezó con 3 rodillazos”

 

Con resignación, Lorenzo que todavía llevaba puestos sus calzoncillos, empezó a retirárselos. Dejó al descubierto una polla gigante y las 2 pelotas más grandes de la casa. Eran realmente enormes, perfectamente afeitadas, como las de Mateo, pero con la piel mucho más oscura. Colgaban en el fondo del saco tentadoramente. Alessandro se acercó solo unos centímetros a su cara, parecía que iban a besarse, sus labios casi se rozaban “Lorenzo, voy a disfrutar mucho con esto, dime ¿crees que vas a sobrevivir como un hombre entero cuando termine contigo?”

 

 

 

 

 

 

 

 


Phil and Mark's Revenge Match (part 3)




By Mr. Phil



 
Phil and Mark are getting ready in the locker room at the arena. They both decided to take on BB Crusher in a two on one tag match. It took a lot of convincing from the arena owner for them to return back to the wrestling scene, especially after what happened to them the last time, they met up against BB Crusher. It took a few weeks for their balls to recover from all of the abuse that was heaped upon them. After a medical examination they found out that there was some permanent damage with 20% internal scar tissue. They also lost a lot of work during this time since both of them were at a factory that requires heavy lifting. At 23 years old that is the only job that they could find after graduating from college for the moment. With missing work both had bills piling up and needed some money fast. The arena owner gave them a cash advance just for them to come back. This was theirs to keep above the winning prize money. He also provided them with triple thick heavy-duty wrestling trunks. The matching trunks were a deep purple made out of layers of lycra-nylon-spandex. The cups he bought for them were the ones that hockey goal keepers use. They were made out of metal and painted bright orange with only a slight outward curve. He had a seamstress sow the cups inside the crotch area of the trunks so they could not be pulled out.

 Phil and Mark still did not wear jockstraps, so they pulled the trunks up over their bikini briefs. After working out together for a couple of weeks they found out that they had the same taste for the “Hot Stuff” underwear brand. The spandex bikinis offered the best support for their huge balls and they also liked the colours that they came in. The trunks had a snug fit with the cup pressing up to their large balls. Next, they put on their matching purple wrestling boots as they heard the announcer call out their names with their stats.

 They jogged out to the arena floor and jumped into the ring to the cheers of the packed auditorium. The crowd was not happy for them but for the anticipation of what BB Crusher will do to the studs. Phil and Mark almost looked like brothers having the same tight physical bodies and wearing their matching shiny purple trunks.

 The ref was surprised but glad to see both wrestlers return to the ring for another submission match against BB Crusher. Since his presence was limited only to announce the winner, he enjoyed the mayhem that Crusher causes in the ring. He called for the wrestlers to meet up and begin the match.

 Mark started out first, meeting Crusher’s offer for a test of strength. He felt safe doing this since he was wearing the new heavy-duty equipment. Mark was actually winning being able to spread his legs to put more pressure against Crusher. Just as he thought would happen, Crusher lifts his padded knee up between his legs. Mark does not feel anything as the knee hits the cup but hears a strange “CLANK” sound coming from down below.

 Crusher is able to keep his knee up against Mark’s purple bulge as he tries to stay balanced during the test of strength. Then he slowly brings it down taking the front of the trunks and the cup down with the knee. The industrial magnet that Crusher inserted inside his knee pad was performing its job well.

 Mark looks down to see the front of his trunks pull away with his cup attached. He loses his concentration with the test of strength as he tries to figure out what is happening. He lets go of Crushers hands and move them to the front of trunks.

 As Crusher moves his foot back, he grabs the trunks with the protective cup inside off the magnetic knee pad. Holding the outside edges with his hands, he pulls back as far as the trunks will allow before letting go. A loud slapping sound is heard throughout the arena as Crusher lets go.

 All Mark could do was watch in bewilderment as he seen the purple trunks stretching away from his crotch. He could feel the strong elastic of the leg openings pull out to their limit before Crusher let go of the cup. Mark lets out a terrible scream as the metal cup crashes into his soft nuts. The impact to his balls causes Mark to double over and fall backwards onto the mat.


 Crusher grabs both of Marks legs and spreads them open in a wide “V”. He plants his right booted foot over Marks bulge and smiles down at him.

 Mark lays there taking in deep breathes trying to recover from his hurting nuts. He sees Crusher open his legs apart and plant his foot onto his bulge. But he does not feel any pressure with the cup protecting his balls. Mark watches Crusher start to rapidly rub his foot up and down over the trunk covered cup. There is no pressure or pain as friction builds between the boot and cup. When Mark pushes himself up on his elbows, he looks down at his crotch and notices something strange. On each side of his cupped groin fine purple fibres of nylon-spandex are falling onto to floor of the mat. When Crusher increases his momentum, thicker shavings start to fly off from the cup area. Mark starts to panic as more of the shiny purple strands fall on the white mat.

 Crusher smile grows wider as he to notices purple squiggles of fabric accumulating on the mat. His plan of wearing down the thick trunks to get at the cup seems to be working. He applies all of his weight on the foot doing the rubbing, feeling the boot chafe through the first and then the second layer of the nylon-spandex trunks.

 In an attempt to stop the damage, Mark grabs Crushers right foot with both hands and pushes his foot off his crotch. Holding onto the foot he thrusts up throwing Crushers leg up in the air. Crusher losses his balance and falls hard onto his back. Mark looks down at his trunks with somewhat relief that there is still a layer of fabric covering his cup. But as he looks harder, he can see the colour of orange showing through the final layer. He figures that there is enough coverage and starts to get on his feet. When he stands up the heavy metal cup presses down in front of the trunks. Mark feels the cup pull away from his balls and looks down to see what is happening. He becomes concerned when he sees the bright orange cup jutting down through the thin material. He realizes that he will have to be more cautious with his moves so the cup does not burst through. To be safe Mark carefully walks over to Phil and tags him in.

 Phil sees Crusher slowly get up on his feet with his back towards them. He runs into the ring with flying drop kick to Crushers back. Crusher flies across the ring into the ropes and rebounds backwards. Phil is ready with another flying kick to Crushers lower back. Crusher lets out a yell as his back is pummelled and flips over Phil’s booted foot landing hard on his back.

 Phil watches as Crusher bounces on the mat with his back arched up for relief. He quickly moves over grabbing the bottom of Crushers feet and spreads them in an open “V”. Phil smiles as he looks down at Crushers unprotected bulge as he anticipates his revenge. Phil confidently spreads his legs for more leverage as he pushes Crushers legs further apart. He does not pay attention to what Crushers hands are doing as he looks over at Mark cheering him on from their corner.

 Crushers back is aching and now pain is crimping his inner thigh muscles as his legs are spread apart. He moves fast as he knows what is about to happen to his balls and digs out an object from the side of his square cuts. He looks up watching Phil look straight ahead with his legs spread wide for leverage. Even through the thick trunks, Crusher can see where the cup protrudes out. He turns on the device in his hands and aims it at Phil’s open crotch.
 The device shoots hitting Phil square in his purple bulge.

 Phil screams letting go of Crushers legs as an electrical shock shoots through his balls. He staggers back trying to keep his balance as another shock runs across his balls. He finally crumbles to the mat from the pain holding onto his protected crotch. His head is spinning as he tries to figure out what is happening to his nuts.

 Crusher’s legs suddenly fall to the mat as they are let go. He was able to watch when the first tazer hit Phil’s pouch and was able to get in a second shot as well. Crusher knew he had to get up quick since he was using a miniature tazer that would only be effective for a short period of time. He gets behind Phil grabbing his arms away from his groin and pulls him up on his wobbly feet. He Irish whips Phil into the opposite ropes, waits for the rebound and clothes line him across his chest. Phil lands hard on his back bouncing off the mat. On the third bounce Crusher grabs Phil’s arm and whips him up into the turnbuckle. Phil hits back first into the corner making his legs and arms fail about from the impact. Crusher quickly entangles Phil’s arms and legs through the ring ropes on either side. Phil is now suspended with his crotch wide open.

 Dazed from having his back smashed into the turnbuckle, all Phil can do is look down at his purple bulge. He still did not know what hit him last time but he still felt safe with his protective cup. He realized that he was tangled in the ring ropes at Crushers corner and needed to get free to tag out to Mark. Phil looked up as Crusher came toward him standing a couple of feet away. He noticed him holding a square black device that looked like a garage door opener with two short prongs sticking out. Phil watched as Crusher aimed at him low and pressed a top button. A small electrical sound was made as a thin blue line shot across hitting him in the centre of his purple bulge. Phil screamed as a shock ran over the metal cup and into his balls. He tried to pull his legs together for protection but they were held apart by the ropes. Another blue line came across hitting the front of his trunks. All Phil could do was scream out as he watched line after blue line hit the centre of his crotch. Small whiffs of smoke started to rise as the first layer and then the second of nylon-spandex burned away. His full balls felt like they were being singed from the repeated zaps they were receiving. All he could do was cry out for Crusher to stop this torment his balls were going through. Suddenly the zaps did stop just before Phil was going to pass out.

 Mark watched from his corner for a short time until he figured out how Crusher was attacking Phil’s crotch. In a rage he ran behind Crusher kicking with his booted foot up between his legs. He watched as Crusher fell to his knees dropping the electrical device. Mark swiftly kicked between his legs again before Crusher had a chance to fall flat on his stomach. Mark ran over untangling Phil from the ropes so he could nurse his hurting balls. He then turned around to see Crusher hunched over still holding his groin. Mark went behind him with another kick hitting the back of Crushers balls. He then easily grabbed Crushers arms up his back into a nelson lifting him up on his feet.

 Phil was finally regaining his strength to stand up. His balls felt like they were burning but he had to get up as he seen Mark have Crusher in a vulnerable position. When he stood up, he looked down to see his orange protective cup showing through the last purple layer of his trunks. Just like Mark, the cup was ready to break through the fabric. He also noticed the tazer device on the floor of the mat and picked it up. He stood up looking at Mark as he had Crusher in a full nelson. Phil noticed that Crushers legs were spread apart as he struggled to get free from the painful hold. This was his chance for some payback for what Crusher just did to his balls. Phil stood triumphal with his legs spread, left hand on his hip, the right one stretched out holding the tazer aimed at Crushers crotch. He winked at Mark as he pressed the button letting a blue electrical line shoot out forward. But to everyone’s surprise the blue current arched down in a half circle and aimed back between Phil’s legs. The electrical energy was drawn back to Phil’s now magnetized metal cup. Phil screamed as the shock wave went through his balls again. This latest hit disintegrated the final layer of nylon-spandex that held the metal cup in place. At first this might be a good thing but now the front of his trunks is gone leaving him only with his bikini underwear for protection. And what a sight it was for everyone to see the front of Phil’s briefs as his swollen balls sprang out. The crowd laughed at his fancy black underwear that had a design on the front. Over each bulge was a thick, shiny red lightning bolt that ran from the top to the bottom each ball sack. Phil’s hands quickly went to his crotch not only form the pain in his burning balls but also from the embarrassment of his underwear. All he could think through the nauseating pain raising through his stomach is that this is not how the match is supposed to happen.

 Mark was stunned watching what happened to Phil making him lose his concentration and loosening his grip on Crusher. Crusher took this opportunity to bring his arms down thrusting them back into Marks sides. This made Mark release the hold completely as his hands went back to where his kidneys are located.

 Crusher spun around and rams the knee pad with the magnetic insert up to Marks crotch. He swings his foot down bringing the metal cup down as it stretches through the fabric. Crusher takes a few steps back extending the purple nylon spandex to its limit. The orange metal cup rips through the final layer sticking to the top of the knee pad.

 Now it is Marks turn to stand in embarrassment as the front of his underwear bulges out exposing his fancy underwear. Underneath his purple trunks he had on a bright yellow pair of bikini briefs with a design over the front too. His was alternating red and white thin stripes in a circle with a red centre – a bull’s-eye! Mark just stood there trying to cover the front of his briefs while trying to figure out what just happened.

 Crusher takes the metal cup off the magnet, turns it over and puts it back on the knee pad. The cup now concaves out over the powerful magnet. With Mark still distracted he rams his loaded knee into his crotch. Marks fingers take the crushing hit and push into his balls. Mark moves his injured hands away to hold them leaving his crotch open. Crusher rams his knee in again this time hitting directly into Mark’s nuts. Before Mark could double over, he grabs his arm and whips him over to where Phil is standing in the corner trying to recover. Marks body slams into Phil’s pushing them both back into the ring turnbuckles. Using the bulls-eye as a target, Crusher runs up with a swift boot between both of their legs. His boot connects smashing two sets of balls at the same time. A double yell of pain is heard from the two wrestlers as they slump further into the corner. Crusher grabs Mark again whipping him across the ring into the opposite corner where he hits back first into the turnbuckles. This leaves Phil slumped down in pain in his original corner. Crusher easily traps Phil’s arms and legs into the ring ropes as before leaving his balls protruding out in his underwear.

 Crusher then runs over to where Mark is slumped in his corner, only stopping when his loaded knee pad collides into Mark’s balls. The magnet still holds the cup in place as he rams his knee again into Mark’s unprotected bulge. The orange metal cup completely covers the bulls-eye as it digs into the large nuts. With Mark weakened, he easily entangles his arms and legs through the ring ropes just like Phil’s. Crusher looks down with amusement at Mark’s crotch noticing the bulls-eye pulsing as his balls rapidly swells up.

 Mark keeps yelling out as his scrotum feels like they are being pulverized into his pubic bone from the blows. His battered balls feel heavier as they engorge with fluid. Panic ensues as he thinks about how much more damage they can take. Mark does not know about Phil but he is ready to submit to the ref. The only thing is that the ref cannot be found in the ring as he looks around. To some relief he sees Crusher walk away from him towards Phil’s corner.

 Crusher walks over to where Phil is strung up, grabbing the tazer along the way off the ring floor. He stops a few feet in front of Phil chuckling at the site before him. There he sees the two shiny red lightning bolts against the black bikinis protrude out over the plump balls. Crusher raises the tazer and sends an electric shock to Phil’s right nut. Then he aims again but sends one over to his bulging left nut. He keeps alternating sending blue arcs of electric repeatedly into Phil’s ball pouch.

 Phil’s screams of agony could barely be heard over the cheering crowd. All he can do is look down as his head feels dizzy from the torment. As his scrotum feels jolt after jolt of electric into his sack as he notices traces of steam rising from his underwear pouch. He can smell musk like order as his loaded sperm feels like it’s ready to boil. He tries to screech out his submission but is unable to put any legible words together through the zapping pain in his nuts.

 Finally the tazer runs out of power and the zapping comes to a stop. Crusher notices steam rising from Phil’s bulge and also sees that the bright red lightning bolts had turned a dark brown. Done with his job here, Crusher turns around and heads over to Mark’s corner

 Mercifully Phil’s torture to his balls has stopped. He worries for his manhood as his scrotum still feels the heat from the frying they took. Phil also wonders if they are now permanently sterilized as immense pain still radiates deep in his sack.

 Mark starts to plead shaking his no as Crusher approaches him. Before Mark could completely say his submission, he is cut short with a boot to his balls.

 Crusher moved in fast with the kick making sure the steel toed boot connected in the centre of Mark’s bulls-eye pouch. To keep Mark from submitting, Crusher yanked off what remained of Mark’s trunks and stuffed them his mouth. Then Crusher began to alternate knees and kicks into the swollen nuts. The bulls-eye over the enlarged balls made it even more enticing to bash them in. Mark’s metal protective cup was still attached to Crusher’s knee pad and kept flattening his bulge when driven in. With each kick of his boots, Crusher made the steel toe edge burrow deep into Mark’s scrotum.

 Mark’s screams could faintly be heard with the trunks in his mouth. He was in a panic as he could feel the boot grind into the centre tissue of each nut. Then Mark felt it happen as a toe edge dug into his swollen scrotum. It was too much pressure for the testes to take as they both ruptured inward from the last kick. Mark let out a muffled screech before passing out.

 Crusher felt Marks balls give way with the last kick. He looked down at Mark’s pouch and seen the bulls-eye sagging down between his legs. The red and white lines were distorted as they were no longer filled out with Mark’s firm balls.

 Returning back to his corner to leave, he passes by Phil who is still strung up trying to recover from his attack. Crusher could not resist giving a parting kick to Phil’s pouch. A crunching sound was heard as Crusher’s boot smashed into what remained of the fried and brittle balls. Phil finally gets to mercifully pass out from the pain.