domingo, 15 de agosto de 2021

Residencia de estudiantes (parte 1) - Partida de billar

 By Bignueces


No era un domingo cualquiera de septiembre. Diego estaba desembalando las cajas con todas sus pertenencias, las que iba a necesitar en el curso que empezaba en la universidad, su primer año. Su dormitorio era muy pequeño, pero esa residencia de estudiantes era de las más caras y con mejores instalaciones de la ciudad, no podía tener ninguna queja. Era la primera vez que viviría fuera de la casa de sus padres, empezaba una etapa muy excitante de su vida con 18 años recién cumplidos. Aunque todavía tenía una cara un poco aniñada, ya se había desarrollado completamente como un hombre, con una mandíbula masculina muy cuadrada y la sombra de una barba afeitada el día anterior, muy oscura y cerrada, que contrastaba con sus luminosos ojos verdes.


Decidió dar un paseo por el edificio para conocer las diferentes estancias. El comedor y la cocina, había un par de chicos de su misma edad cenando unas pizzas; la biblioteca, ahora completamente vacía, pero se la podía imaginar repleta de estudiantes nerviosos en época de exámenes; el gimnasio, únicamente había un chico levantando pesas, Diego vendría todas las mañanas a primera hora a entrenar, desde los 16 años llevaba un entrenamiento muy duro y fruto del mismo tenía un cuerpo realmente espectacular, músculos muy voluminosos, definidos y sin una gota de grasa; la piscina, aquí Diego se quedó un rato inmóvil, observando el agua, en su maleta había traído varios speedos, sonrío imaginándose al resto de compañeros mirando envidiosos su enorme paquete embutido en aquellos estrechos bañadores; y por último llegó al sótano, donde se encontraba la sala de juegos.


A diferencia de lo que podría suponer, el sótano era muy luminoso, tenía una barra de bar en un extremo con su propio grifo de cerveza, en el otro extremo había unos amplios sillones con un televisor de dimensiones considerables en frente, y en mitad de la sala había un billar. En esta sala estaban todos los estudiantes que habían ido llegando a lo largo del fin de semana, hablando, jugando, bebiendo... Diego se acercó a la barra y se sirvió un refresco mientras empezaba a conocer a sus compañeros. más tarde se acercó al billar y empezó a charlar con el chico más alto de la sala. Era un gigante de casi 2 metros de altura muy corpulento y tosco. A Diego le resultó casi imposible sacarle algo de conversación, únicamente consiguió averiguar que se llamaba Hugo.


Mientras jugaban al billar, Diego inconscientemente se acercó demasiado apoyándose en la mesa de juego, invadiendo el borde de la misma con el descomunal paquete que sobresalía entre sus piernas. Una bola del billar erró su objetivo e impactó de lleno contra la masculinidad de Diego rebotando como si se tratase una bola de caucho. Hubo un momento de silencio y todos los que estaban rodeando la mesa se quedaron mirando la reacción de Diego. De repente él sonrió y se frotó orgulloso su abultada entrepierna, un poco sonrojado. La fuerza con la que le golpeó la bola había sido suave, además su polla estaba colocada sobre sus testículos protegiéndolos del impacto.


El chico que sostenía el taco de billar, que había lanzado la bola se disculpó. "Lo siento, no quería golpearte, pero veo que tienes... ¡unas auténticas bolas de acero! he visto a más de un tío caer al suelo llorando por un golpe así" Este chico, que Diego descubriría más adelante que se llamaba Iván, era muy delgado, rubio con la cabeza casi completamente afeitada, con unos ojos inquietantes de color azul muy claros, y torció sus labios finos en una mueca pícara mientras decía la última frase.


Diego se agarró su entrepierna con fuerza "estos pequeños aguantan mucho más que eso"


Iván puso cara de falsa sorpresa "¡Pequeños!?!? Parece que estás dotado como un toro. ¿podría volver a lazar otra bola contra tus huevos? Todavía no me puedo creer que ni hayas pestañeado. Impresionante"


Diego era muy fanfarrón y no pensaba dejar esta oportunidad para lucirse ante sus nuevos compañeros. Por una parte les demostraría a todos que tenía unos huevos realmente duros, y por otra parte sería la excusa perfecta para que se quedasen boquiabiertos con el tamaño de los mismos.


El semental se bajo lentamente la cremallera de sus jeans, deslizó el elástico de su calzoncillo y colocó sus pesados testículos sobre el tapete de la mesa de billar, contra el borde la misma, apartando su polla hacia un lateral para que no interfiriera "Para que tengas un blanco más fácil". 


Todos empezaron a cuchichear al ver semejantes huevos. Eso era música para los oídos de Diego, él era el centro de atención de todos, más bien su masculinidad era donde estaban puestas todas las miradas. 2 gónadas enormes, del tamaño de 2 limones, muy ovaladas y de color rosa en contraste con el tono verde del tapete donde estaban apoyados, dentro de una piel sin nada de pelo surcada de finas venas de tono rojo intenso, una piel que era casi transparente.


"Vaya, vaya, nunca vi nada igual. Veamos como son de resistentes" La amplia sonrisa malévola de Iván no llamó la atención de nadie.


Diego colocó sus manos detrás dejando completamente vulnerables sus pelotas. Iván colocó una de las bolas del billar en línea con las bolas de Diego, se inclinó sobre la mesa apuntando con el taco, moviéndolo de adelante hacia atrás para coger impulso y...


CLANCK


La bola fue impulsada con tanta fuerza y velocidad que los ojos de los espectadores que estaban observando el movimiento, casi no fueron capaces de captarlo hasta que impactó en su blanco. 


PLOOOF


Justo en la costura que dividía a la mitad el saco de Diego. Las 2 gónadas se desplazaron rápidamente hacia ambos lados intentando evitar la presión ejercida por la bola, hasta que el saco no pudo estirarse más y una parte de ambas pelotas quedaron sometidos a la implacable presión de la bola, que se hundía más y más en los tejidos elásticos de los testículos aplastados contra el borde de madera de mesa, sin escapatoria, hasta que no pudo seguir avanzando. Quedó por unos instantes encajada la bola de plástico entre las 2 bolas de carne masculina, siendo prácticamente las 3 del mismo tamaño, hasta que fue expulsada hacia un lateral, dejando que los órganos de Diego fueran recuperando su forma redondeada saludable, poco a poco.


El cerebro de Diego intentó procesar el dolor tan fuerte que emanaba de su entrepierna, hacía mucho tiempo que no había sentido nada parecido. Sus ojos estaban completamente abiertos y de su boca escapó un quejido agudo.


"¡¡¡Joder...Mis huevos!!!"


Antes de que pudiera reaccionar, Hugo, el gigante con el que estaba intentando conversar hacía unos minutos, le agarró con una fuerza sobrehumana los brazos por la espalda, empujando a Diego contra la mesa de billar, quedando completamente inmovilizado. Todos los demás chicos estaban muy excitados viendo todo lo que sucedía, alguno se tocaba su propio paquete en simpatía con Diego, poniendo la misma cara de dolor.


Iván tranquilamente colocó otra vez la misma bola en frente de sus 2 objetivos "Parece después de todo, que estos huevos no son tan duros"


CLANCK  PLOOOF


Otra bola impactó exactamente en el mismo punto.

"Por favor...Nooo" Diego cerró los ojos intentado contener el fuerte dolor que le agobiaba, haciendo un nudo en su estómago.


CLANCK  PLOOOF


Está última bola penetró demasiado en los tejidos internos de las fábricas de esperma de Diego, llegando a su límite de rotura. Los músculos de su cuello parecía que iban a reventar.


"Arrggghhh" Un grito ahogado escapó de los labios de Diego.


"¿Derecho o izquierdo?" preguntó Iván a Hugo


"Izquierdo" Respondió Hugo con voz profunda


"Veamos realmente de que están hechos tus huevos" susurró Iván mientras apuntaba ligeramente hacia uno de los lados de la enorme bolsa que tenía delante.


CLANCK


El tiro fue perfecto, justo en el centro del huevo izquierdo del pobre Diego, tan perfecto que el órgano no pudo desplazarse a la derecha, ni a la izquierda, ni hacia arriba, únicamente aguantar la fuerte presión que estaba ejerciendo la bola de billar que se enterraba más y más, envolviéndose de la carne fértil del joven, como si la propia gónada quisiera engullir la bola de plástico.


CRUUUNCH


Acompañado del sonido a cartílago roto, algo cedió dentro del testículo izquierdo de Diego para permitir avanzar más a la bola hasta el mismo centro de su masculinidad. Un hilo de saliva empezó a caer de la comisura del labio de Diego, a la vez que su cuerpo se estremecía.


"Parece que uno de los huevos ha cascado" gritó uno de los espectadores.


"Ese cojón no va a producir más leche durante una buena temporada" empezó a reírse otro.


Hugo liberó los brazos del agonizante Diego que se desplomó sobre la mesa. Semi inconsciente se acurrucó en centro de la mesa hecho un ovillo.


"Su otro huevo va a tener envidia. Deberías solucionarlo, Iván" Sentenció Hugo con una voz grave que parecía provenir de ultratumba.


"Tienes razón, muéstramelo" Sin muchas contemplaciones, Hugo forzó las piernas de Diego, mientras éste permanecía tumbado boca arriba en el centro de la mesa, sin fuerzas para oponerse. Otra vez Iván tenía la masculinidad de aquel semental en frente de su cara. Cambió de táctica a un método que sabía que haría daño más fácilmente, apartó todas las bolas del billar y apuntó directamente con el taco al gigantesco huevo derecho.


PLOOOOF  CRUUNCH


La punta de aquel palo casi perforó la gónada de Diego, que parecía un donut ensartado en aquella estaca. De nuevo un sonido nada saludable para la vida reproductiva de Diego se dejo oír en la sala. Diego convulsionó quedó completamente inconsciente.

Los fríos ojos azules de Iván contemplaron el cuerpo tumbado del musculoso adonis, con su masculinidad rota. Aquellos 2 huevos hinchados, morados, con la piel estirada hasta tal punto que casi no cabían en aquel saco demasiado pequeño.


"Bienvenido a nuestra residencia" comentó sonriendo mientras él y Hugo abandonaban la sala.


El resto de chicos se quedaron callados, hasta que uno de ellos se acercó al billar y arrojó un vaso de agua sobre la cara de Diego, que se despertó sobresaltado con un quejido de dolor.


"Me llamo Jaime" empezó a examinar con mucha suavidad ambos testículos "estoy en tercer curso de medicina, no es que sea mucho, pero...Creo que en una o dos semanas te recuperaras. No tendrás que ir al hospital, parece que no hay nada muy grave aquí abajo"


"Gracias ... Jaime" Diego empezó a incorporase y a volver a meter dentro del pantalón su órganos dañados "parece que al menos sigo con dos huevos entre las piernas"


"Tienes que tener cuidado con ellos, son peligrosos. No es la primera vez que intentan castrar a un chico y me temo que alguna vez han tenido éxito. Lo que tienes entre las piernas es demasiado tentador para ellos. Realmente nunca vi unos tan grandes antes".


Jaime, que era abiertamente gay, también hacía tiempo que no veía en la residencia a un chico tan atractivo y con esos atributos . Intentó ocultar su erección después del examen que había hecho a aquel semental.


Diego regresó a su habitación con una bolsa de hielo para aliviar el dolor de sus maltrechos huevos.