By Bignueces
Los primeros días en la residencia de estudiantes no fueron para Diego como había imaginado. Después de su primer encuentro con Iván había estado con sus enormes bolas doloridas, destrozadas, realmente hinchadas. Los daños que le habían causado seguro que eran más serios de lo que pensaba. Pero en cualquier caso, él continuó poco a poco con su vida habitual, tomado calmantes la primera semana.
Una mañana empezaron a llamar a la puerta del dormitorio de Diego. Él todavía estaba durmiendo a pesar de que el sol ya estaba bastante alto, se desperezó estirándose. Notó todavía algunas molestias desde su entrepierna, sus prodigiosos testículos todavía no se habían recuperado al 100%. Abrió la puerta con nada más puesto que unos calzoncillos blancos de tipo boxer, demasiado cortos y ajustados. Justo al otro lado estaba Jaime, el estudiante de medicina que le había ayudado no hacía más de una semana con su masculinidad dañada. Jaime le miró de arriba a abajo, mordiéndose el labio inferior. Un cuerpo perfecto, hombros anchos y musculosos, una cintura muy estrecha en forma de V, una tableta de abdominales sin una gota de grasa y más abajo un paquete compacto desproporcionado, con 2 enormes limones y una polla muy gruesa que completaba el conjunto. Jaime ya no ocultaba su atracción por el semental que tenía en frente, parecía que sus miradas y comentarios cada vez más descarados no incomodaban a Diego, más bien parecía que le gustaban, aunque siempre decía que únicamente le interesaban las mujeres.
"Te iba a preguntar que tal estabas pero veo que... estás muy bien" Sonrío Jaime mirando fijamente los calzoncillos de Diego "estamos haciendo los preparativos en el sótano para la fiesta de esta noche, ¿nos echas una mano?"
"¡Claro, vamos para abajo! Espera que me ponga algo de ropa para evitar que te distraigas demasiado"
Diego le giñó un ojo pero únicamente se puso una camiseta y unos calcetines, pero sin pantalones Jaime sabía que la distracción continuaría. Diego era un exhibicionista.
Al salir del cuarto había mucho bullicio, no sólo en el sótano, sino también en los pasillos. Estaban todos los compañeros colocando carteles en la paredes, globos de los techos, cargando con cajas llenas de comida y bebida...Diego empezó a sacar botellas de una caja, colocándolas dentro del frigorífico para que estuvieran frescas esa noche.
No muy lejos de allí estaba Iván, colgado un cartel en la pared con unas chinchetas. Desde que Diego había entrado en el sótano, no había apartado sus fríos ojos azules de él. Ahí se encontraba otra vez ese imbécil, en calzoncillos, orgulloso de su masculinidad, enseñándoles a todos lo macho que era y lo bien dotado que estaba, como si los demás chicos no fueran suficientemente hombres. Iván se ajustó su propio paquete, su pene tenía un tamaño como el de la media del resto de chicos, pero sus bolas tenían un tamaño muy modesto. A él le bastaban, pero cada vez que veía los atributos de Diego... Colérico agarró un globo tirado en el suelo y lo reventó con una chincheta. Iván se quedó contemplando el enorme paquete de Diego, con esos 2 gigantescos huevos compactados en la tela blanca de su ropa interior, ovalados como 2 globos, volvió a mirar la chincheta que tenía en la mano y entonces tuvo una idea.
Diego terminó de vaciar la caja de botellas y se giró para coger una nueva caja. Entonces se chocó con Iván que estaba justo detrás de él. Diego se sorprendió, no esperaba verle ahí. Iván, sin mediar palabra y con gran rapidez, metió un dedo en el elástico del calzoncillo blanco estirándolo y con la otra mano vació una cajita de 50 chinchetas dentro de la ropa interior de Diego. Todas se depositaron en la parte inferior del boxer. El semental no pudo reaccionar, no le dio tiempo a comprender que estaba pasando y entonces Iván alzó su rodilla con fuerza entre las piernas de Diego.
BAAAM
Iván notó como las jugosas bolas se comprimían entre su rodilla y la pelvis de Diego. Sintió como algunas de las afiladas chinchetas atravesaban el tejido de la ropa y se le clavaban en su propia rodilla, pero no le importó con tal de ver la cara del cachas retorcerse de dolor.
"¡¡¡Uooooh!!!" Empezó a aullar Diego al sentir una explosión de dolor indescriptible entre sus piernas.
Con su característica sonrisa malévola Iván se alejó por las escaleras del sótano. Había tanto revuelo en la sala, que solo unos pocos chicos se dieron cuenta de lo que había sucedido. A pesar del insoportable dolor, Diego estaba furioso e intentó seguir a Iván para darle una lección. Empezó a subir por las mismas escaleras que conducían hacia el pasillo por el que había escapado Iván, pero a mitad de camino no pudo más, las piernas le fallaban y vio como su ropa interior se estaba tiñendo de rojo. Se sentó en las escalera y mordiéndose los labios se quitó el boxer. Lo arrojó hacia un lado al tiempo que volaban por el aire un sin fin de chinchetas. Contemplo su masculinidad al desnudo.
Su pene no había sufrido ningún daño, pero la parte inferior de sus prodigiosas pelotas era otra cosa. Por lo menos una docena de los afilados trozos de metal habían conseguido clavarse en su objetivo. No solo había atravesado la fina piel de la bolsa sino que habían perforado también la membrana protectora de sus gónadas clavándose todo su longitud dentro de los tejidos fértiles del semental. Una de las chinchetas había entrado dentro de su testículo izquierdo y había girado dentro hasta volver a salir, desgarrando la carne en el interior y dejando una pequeña raja de 1 cm, que estaba sangrando.
Diego apretó los dientes y una por una fue sacando cada una de esas armas destructivas, quedando una pequeña gotita de sangre sobre su piel la posición de cada una. Cuando terminó con la última escuchó una voz detrás de él que le sobresaltó.
"Por favor, dime que he conseguido reventar uno de esos globos" Susurró Iván a solo un par de pasos de la espalda de Diego.
Diego que estaba sentado en una de las escalera no perdió el tiempo, agarró a Iván por los tobillos y con un fuerte tirón lo tiró de espaldas sobre las escaleras. Enseguida los dos se enzarzaron en una pelea. A pesar del dolor que irradiaban sus pobres bolas, Diego era muy superior físicamente a Iván, y no le costó mucho reducirlo, y empezó a golpearle la cara, un puñetazo tras otro, mezclando en sus manos la sangre de la nariz y los labios de Iván con la de sus propios huevos. De repente, Diego sintió un poderoso abrazo que lo apartaba de su víctima. Era Hugo, el corpulento amigo de Iván que había ido en su auxilio, que obligó a incorporarse a Diego aplastándolo de cara contra la pared.
Iván escupió un poco de sangre y empezó a incorporarse. Se quedó observando como Diego luchaba por librarse de Hugo, pero el gigante lo mantenía firme contra la pared. Hugo separó e inmovilizó las piernas de Diego con las suyas propias e hizo un gesto a Iván.
"Vamos, es tuyo, dale una buena patada en los cojones" animó Hugo a su amigo Iván, viendo como colgaban aquellos enorme testículos contra la pared.
Iván lanzó una patada con toda la ira que llevaba en su interior.
PLOOF
La puntera de su zapatilla aplastó los 2 huevos contra la pared a punto de cascarlos.
PLOOOOF
El segundo impacto fue todavía más fuerte, no dándole tiempo a las gónadas a recuperar su forma.
PLOOOOOOF
La bolas de Diego quedaron reducidas a una fracción de su grosor original, aplastadas entre la rígida suela de la zapatilla de Iván y la pared.
"¡¡¡Ahhhh...Joder!!!" El semental notaba como que sus bolas no iban a resistir mucho más antes de reventar.
Iván se fijó en una pistola para grapar que estaba tirada sobre una pila de carteles, unos peldaños más abajo.
"Tengo una idea mejor que le enseñará una buena lección a este cabrón" Masculló Iván
Bajó los escalones cojeando, le dolía todo el cuerpo por la caída sobre las escaleras y la paliza que le había propinado Diego. Agarró la pistola de grapas y se colocó detrás de Hugo y Diego que seguían forcejeando contra la pared. Se agachó entre las piernas de ambos y colocó la boca de la pistola justo en el centro del enorme huevo izquierdo. Empezó a apretar más y más la boca del aparato en el centro de ese prodigioso órgano. Diego compendió lo que estaba pasando y paró de moverse.
"Espera, espera...Para, por favor, no sigas adelante" Suplicó angustiado Diego.
Iván apretó con más fuerza con el dedo apoyado en el gatillo de la pistola. Cada vez había menos carne separando la pared de la boca de la pistola.
"¿Qué crees que pasará cuando apriete el gatillo? Yo creo que este huevo gordo va a explotar como un globo" Iván comprobó que ya no podía aplastar más esa gónada "solo hay una manera de comprobarlo".
"No, no, por favor, ¡noooo!"
CLINK
En el mismo instante en que Iván apretó el gatillo, una grapa fue empujada al mismo centro de la masculinidad de Diego. Las patillas de la pieza metálica atravesaron la piel, después perforaron todos los tejidos del mismo corazón de esa enorme bola, hasta alcanzar la piel del otro extremo y clavarse en la pared.
"Aaaaargghhh" Un grito estremecedor salió de lo más profundo de la garganta de Diego.
Iván se separó un metro para contemplar su obra. La bola tenía la grapa colocada justo en el centro, completamente aplastada y clavada en ese punto. El lado metálico de grapa que unía ambas patillas no había atravesado completamente la bola, quedando solo unos milímetros de carne entre el metal y la pared.
"Su otro huevo se sentirá celoso" Expresó Hugo con su profunda voz
Iván miró como algunos chicos había subido por la escalera curiosos por el grito que habían oído "No Hugo, déjalo, creo que ha tenido suficiente. Vámonos"
Hugo obedeció. Siempre obedecía a Iván. Pero él siempre quería llegar más lejos, desde aquella vez hace un año que consiguieron llegar demasiado lejos con la masculinidad de un chico... Pero Iván sabía cuando parar. Si fuera por Hugo las cosas serían diferentes.
Los 2 amigos se fueron, dejando a Diego literalmente clavado en la pared, con un pequeño reguero de sangre recorriendo el muro. Le temblaban las piernas y tenía miedo de caerse y desgarrar completamente su testículo. Pero enseguida apareció su salvador, Jaime, que se acercó corriendo para sostenerle. Otro de los chicos con unas tenacillas y las indicaciones de Jaime, sacaron la grapa del órgano maltratado de Diego.
Los 2 se sentaron sobre un peldaño de las escaleras y Jaime examinó sus bolas.
"Parece que tienes unos huevos bien duros. Vas a necesitar unos cuantos días hasta que se curen estas heridas y te conseguiré algunos antibióticos" Sonrió Jaime
"No pienso perderme la fiesta de esta noche. Jaime, gracias por ayudarme. Me gustaría devolverte el favor"
"Se me ocurre algo que puedes hacer por mí" Jaime miró pícaramente la masculinidad de su compañero. La cara de Diego se puso completamente roja "si quieres lo hablamos esta noche después de la fiesta, Dieguito"