miércoles, 1 de diciembre de 2021

Residencia de estudiantes (parte 3) - Escapada nocturna

 By Bignueces


Iván no se podía creer lo que estaba viendo. Llevaba detrás de una chica de su clase desde hacía un mes, había conseguido su primera cita con ella hacía una semana y ahora estaba con otro tío. Era muy tarde, de noche, Iván estaba escondido detrás de unos contenedores de basura en un callejón del Campus muy cerca de la pareja, cuando la luz de de una farola los iluminó. ¡Era ese maldito de Diego! Se fijó furioso como Diego y su chica entraron en el edificio que estaba enfrente de ellos, completamente a oscuras y vacío. Iván Cogió su teléfono e hizo una llamada.

"Hugo, estoy en rectorado, ven para aquí, tenemos una lección que enseñarle otra vez a nuestro amigo, una lección que no vuelva a olvidar" Colgó el teléfono mientras se dirigía hacia la ventana abierta por la que había entrado la pareja hacía unos segundos.

El único sonido que se escuchaba dentro del edificio era un suave jadeo que provenía del sótano. Allí estaba Diego de pie con los pantalones y los calzoncillos en sus tobillos. La chica de rodillas estaba intentando meterse el enorme miembro de Diego en su garganta, nunca había tenido un ejemplar se ese tamaño dentro de su boca. El semental tenía los ojos cerrados, jadeando con el placer que le estaba dando. Pero de repente, se produjo una explosión de dolor entre sus piernas.

BAAAAM

Iván no pudo resistir la tentación de lanzar una segunda patada desde detrás de Diego. Su pie volvió a encajarse entre las piernas musculosas, aplastando las enormes gónadas contra el hueso pélvico.

BAAAAM

"Ahhhh... Mierdaaaaa!!! Mis huevos!!!" 

La chica se retiró hacia atrás sacándose el miembro de su boca y salió corriendo del edificio, dejando a Diego arrodillado cubriéndose la entrepierna.

"¡Pensabas follártela, verdad!" le gritó Iván mientras tiraba de su pelo. En ese momento entró Hugo en el sótano. No perdió el tiempo y empezó a quitarle la ropa que tenía enrollada en los tobillos. Una vez que Diego estaba completamente desnudo, entre sus 2 asaltantes le subieron a una mesa cercana llena de papeles.

Diego intentó luchar, pero el dolor que provenía de sus bolas era extremadamente intenso, y la fuerza del gigante Hugo era demasiado para él. En unos segundos habían usado los cordones de su calzado para atarle las manos a su espalda y sus piernas fueron aseguradas a ambos lados de la esquina de la mesa.

"Este va a ser el último error que cometas, no deberías haber metido tu polla en su boca" Iván dijo mirando fijamente a los ojos de Diego. "Te aseguro que estos cojones no volverán a ser los mismos una vez hayamos terminado" Mientras Hugo observaba silenciosamente las gigantescas bolas que descansaban sobre la esquina de la mesa, manteniendo el cuerpo del semental firme contra la misma. Iván agarró los calzoncillos que estaban tirados en el suelo y se los metió en la boca, no quería oír las protestas del chico.

Iván no perdió el tiempo y lanzó un puñetazo contra la bola derecha, que se comprimió a la mitad de su tamaño contra la dura mesa. 

PLOOOF

Hizo lo mismo con la bola izquierda

PLOOOF

derecha

PLOOOF

izquierda

PLOOOF

..

..

Más de una docena de veces aplastó las fábricas de semen. Los órganos estaban muy rojos y empezaban a inflamarse, pero resistían cada golpe y recuperaban rápidamente su forma ovala. Hugo sólo observaba y apretaba más las cuerdas con las que estaba atado el semental.

Iván cambió de táctica y colocó cada una de las palmas de sus manos abiertas sobre cada uno de los testículos de Diego y empezó a aplicar presión, cada vez más, aplastando más y mas los órganos bajo sus manos. 

"Reviéntalos, no los merece" dijo con voz profunda Hugo

Iván notaba como las gónadas se deformaban más y más hasta un punto que estaban completamente duras bajo sus manos y dejaban de deformarse resistiendo estoicamente la fuerte presión a las que estaban sometidas. La manos de Iván estaban blancas de la fuerza que estaba ejerciendo, la carne roja de las bolas rezumaba entre sus dedos y alguna gotas de sudor empezaban a recorrer la frente de Iván por el esfuerzo.

"Hmmmm....Hmmmm" Diego no era capaz de emitir más que algunos gruñidos a través de la mordaza. El dolor agudo que sentía entre sus piernas estaba subiendo a su estómago, cada vez tenía más nauseas. 

"Iván, así no conseguirás romper esos huevos" Hugo le señaló la mesa para que se subiera.

Iván se puso de pie en la mesa, con ayuda de Hugo para mantener el equilibrio se colocó en el reducido espacio que había entre las piernas de Diego dándole la espalda. Colocó primero un talón sobre una de las bolas y luego el otro talón sobre la otra bola. Las gónadas eran tan grandes que los talones de las Nike de Iván no cubrían toda su superficie.

"Hmmmm" Diego estaba realmente asustado, sabía lo que iba a suceder. Movía la cabeza desesperadamente, pero sabía que no podía esperar ninguna misericordia de sus atacantes.

Iván empezó a trasferir su peso poco a poco. Hugo se situó a la altura de las pelotas, solo a unos centímetros observando como se iban aplastando más y más. Esta vez las bolas del semental habían reducido aún más su tamaño, cada vez más planas, parecía que su elasticidad no tenía límite y los talones de Iván de un momento a otro tocarían la madera de la mesa. Iván se balanceó transfiriendo todo su peso a los órganos comprimidos bajo sus pies. Los ojos verdes de Diego estaban completamente abiertos, notaba tanta presión en sus huevos que sabía que en cualquier momento cederían bajo el peso de Iván. La respiración de Diego se aceleró, sus musculosos pectorales se hinchaban compulsivamente, los pinchazos de dolor que llegaban desde el centro de su masculinidad le mandaban señales de alarma, sus bolas estaban al límite, se iban a romper de un momento a otro.

Iván solo estuvo unos segundos, quizás un minuto, pero a Diego le pareció una eternidad. Cuando Iván decidió retirarse y bajarse de la mesa, Hugo observo como poco a poco empezaban a recuperar su forma original. Esta vez, su forma se recuperó muy despacio, como si los tejidos interno fueran a quedar permanentemente aplanados, con la huella de las zapatillas de Iván grabada para siempre, casi se podía ver el logo de Nike sobre la piel.

"Sus huevos han sobrevivido, tal vez si me subo yo sobre ellos..." Comentó Hugo con un gesto pensativo.

"Diego..." Iván se acercó al oído de joven amordazado "ya habrás escuchado las historias que cuentan de nosotros, sobre un tío como tú que castramos hace ahora 1 año. Pues te diré que son ciertas"

Hugo empezó a descalzarse, quería sentir cada detalle de esos huevos deformándose bajo sus pies Poco a poco se desató sus zapatillas.

"Era guapete y con un cuerpo de gimnasio, pero cometió el error de fijarse en la chica que no debía, tal y como has hecho tu ahora mismo" continuó Iván con su relato "un día en el vestuario no pude evitar fijarme en sus huevotes, casi tan grandes como los tuyos y tuve una idea"

Hugo se quitó los calcetines y se subió a la mesa. Diego notó como la madera crujía. Hugo debía de pesar casi el doble que Iván.

"Conseguimos prepararle una encerrona, en el vestuario del gimnasio. Estaba atado a un banco de la misma manera que tú estás ahora mismo. No pude resistirme a subirme en aquellas bolas gordas con todo mi peso. Pero igual que tu huevos, los suyos tampoco cascaron con mi peso. Demasiado duros" Iván puso cara de una profunda pena fingida.

Hugo quería mirar a los ojos de Diego, así que colocó mirándole a la cara situándose con cuidado entre sus piernas. Diego miró de arriba a abajo al gigante, desde esa posición realmente intimidaba. Sus pies peludos estaban rozando sus más valiosas posesiones. 

"Así que decidimos que probase suerte Hugo, y tengo que decirte que en aquella época él pesaba 10 kilos menos que ahora" Una sonrisa diabólica se dibujó en las facciones de Iván "Mi amigo no llegó a poner todo su peso sobre sus cojones y entonces ¡¡¡escuchamos un doble estallido bajo sus pies!!! Tenías que haber visto su cara, se desmayó como una niña. Cuando Hugo se bajo no quedaba más que papilla dentro del saco del chaval, los huevos habían cascado como 2 globos"

Hugo apoyó la parte delantera de sus enormes pies peludos con suavidad en la masculinidad de Diego, uno sobre cada pelota. Se sentían realmente enormes esos huevos y muy calientes.

Esta vez fue el gigante el que mirando fijamente a Diego le dijo "Veremos de que están hechos estos huevos"  y empezó a transferir peso aplastando con los dedos y la parte delantera de los pies las 2 fabricas de bebés. 

Notó como se deformaban rápidamente casi sin ofrecer resistencia hasta que llegó un punto que de nuevo la no cedían más. Hugo se balanceaba cada vez más hacia adelante muy despacio, añadiendo más peso y presión a lo pobres órganos.

"Hmmmm..." La cara de Diego estaba completamente roja, corrían gotas de sudor por su frente y miraba con pánico los enormes pies que estaban tratando de poner fin a su masculinidad.

Hugo seguía inclinándose más sobre el cuerpo de Diego, con lo que eso significaba para sus testículos aplastados sin escapatoria posible, obligados a absorber hasta el último kilo del chico corpulento. Llegó un punto en el que Diego notaba tanta presión y dolor entre sus piernas, que comprendió que el peso transmitido a sus gigantescas bolas ya estaba superando el peso total de Iván.

Todo el cuerpo de Diego estaba cubierto de sudor, sus músculos en tensión y las venas de su cuello parecía que iban a reventar de un momento a otro. Hugo se inclinó un poco más, calculó que en ese punto debían estallar los huevos como había sucedido hacía 1 año atrás con la otra víctima.

CRACK

Hugo notó que algo cedía y se reajustaba en aquellas colosales bolas para deformarse aún más. Hugo decidió que era el momento de poner todo su peso.

"Vamos a cascar estos huevos" Con una gran sonrisa se inclinó hacia delante transfiriendo todo su peso.

CRACK

Algo volvió a ceder bajo los pies del gigante, mientras entre los dedos de sus pies y por los laterales rezumaba la carne fértil de las bolas del semental, todavía contenida en la brillante piel de color rojo intenso del saco. Estaban tan aplanadas que ahora tenían un diámetro enorme, ocupando todo el espacio disponible entre sus piernas. El dolor que sentía Diego era muy intenso, casi insoportable. Las membrana que protegían el valioso contenido de sus gónadas no estaban diseñadas para tanta presión, se empezaban a quebrar en varios puntos. Seguramente los testículos de otro chico ya habría reventado como 2 globos de agua bajo tanta presión. Pero era solo cuestión de segundos que sus bolas también explotasen. Los órganos estaban atrapados entre la mesa dura y el peso de Hugo, intentando liberar presión por los laterales estaban encerradas entre las piernas musculosas del Diego sin escapatoria.

Su cuerpo reaccionó y con un fuerte orgasmo empezó a eyacular chorros y chorros de leche blanca que impactaron en la cara de Hugo cegándole. Sorprendido, dio un paso hacia atrás y Hugo se cayó de la mesa cubierto por el semen de Diego. El fuerte batacazo del cuerpo del gigante contra el suelo llamó la atención de un vigilante que estaba haciendo su ronda por un pasillo en la planta inferior, que bajó por las escaleras a la carrera. Los 2 asaltantes de Diego no tuvieron más remedio que escapar por la puerta opuesta, Hugo agarrándose el hombre que claramente se había dañado en la caída.

Diego todavía estaba en shock, el dolor en sus pelotas no era tan intenso como esperaba, estaban entumecidas y adormecidas, lo cual no era buena señal. Mientras le desataba el vigilante y le decía palabras que no terminaba de comprender como si le hablase desde muy lejos, Diego miró hacia abajo y vio como sus fábricas de esperma que habitualmente tenían una saludable forma ovalada de varios centímetros de grosor como 2 limones gordos, ahora estaban permanentemente aplastados como 2 hamburguesas enormes y rojas contra la mesa. Tenía que ir a un médico deprisa, intentó ponerse de pie con ayuda del vigilante pero las piernas le flaqueaban. En su cabeza solo tenía en mente una cosa: se vengaría de Iván y Hugo de una manera que nunca más le volvieran a molestar, y sabía perfectamente como hacerlo.