By Bignueces
Habían pasado un par de meses desde que el apuesto Diego había dejado de sufrir abusos de sus acosadores y disfrutaba de la vida en la universidad como ningún otro compañero. Entró su dormitorio con una camiseta amplia de color blanco, humedecida por el sudor del entrenamiento duro que acaba de terminar. Se la quitó arrojándola a la montaña de ropa sucia que había en un rincón del cuarto desvelando su voluminoso pecho y los marcados abdominales por los que serpenteaba un bello oscuro cuidadosamente recortado que desaparecía bajo el elástico de sus ceñidos pantalones de color negro. Se observo delante del espejo del baño flexionando su brazo izquierdo y admirando la perfección de su cuerpo. En un momento retiró su calzado deportivo y sus pantalones, quedando únicamente en calcetines altos y calzoncillos azules de alguna marca italiana que apenas podían contener su monstruosa masculinidad. Observó sus poderosas piernas, tensando la musculatura de sus cuádriceps para remarcar cada fibra. Una sonrisa amplia se dibujó en su cara cuando terminó de quitarse toda la ropa, quedando completamente desnudo. Había muchos chicos con cuerpos increíbles, musculosos y guapos en campus, pero ninguno tenía lo que ocultaba su entrepierna. Su polla era grande y se estaba haciendo muy popular entre las chicas de su aula, era un rumor que había corrido como la pólvora. Pero sus pelotas eran colosales, realmente gigantescas, colgando pesadamente en el fondo del saco de piel casi transparente, perfectamente afeitado.
Se metió en la ducha y mientras le caía agua por su robusta espalda, empezó a jugar con sus testículos. Los masajeó suavemente al principio y después empezó a apretarlos más fuerte, mientras recordaba todos los abusos que habían sufrido esos pobres órganos no hacía mucho tiempo. Sus dedos penetraron en el interior la carne más de lo necesario y un agudo dolor le hizo abrir sus destellantes ojos verdes de par en par. Había estado muy cerca de convertirse en un eunuco y sus bolas nunca se llegaron a recuperar del todo del último asalto que sufrió a manos de sus abusadores. Estaban más sensibles y ligeramente inflamados en la parte inferior de manera permanente. Los liberó y terminó de enjabonarse el cuerpo. Tenía que vestirse rápido, esa noche tenían una fiesta en el sótano y estaría llena de chichas guapas.
Hacia ya varios meses que había llegado a la universidad pero desde el primer momento había alguien que siempre tenía los ojos encima de Diego, especialmente desde que enseñó públicamente sus atributos en aquella mesa de billar intentando sobrevivir como hombre contra las duras bolas de resina fenólica que impactaban una y otra vez entre sus piernas. Su admirador se obsesionó con él, pero especialmente con sus colosales gónadas y en su fantasía se imaginaba como estallaban una y otra vez en diversas formas. Se imaginaba la cara de dolor de Diego en el momento que sus más preciadas posesiones se convertían en papilla. El devoto hombre no tenía la fuerza de Iván y Hugo, sus antiguos acosadores, para someterle, pero llevaba mucho tiempo trazando un plan que esa misma noche pondría en práctica.
La fiesta estaba repleta de jóvenes bebiendo mojitos, bailando en el centro de una pista improvisada y charlando en corrillos sobre los últimos rumores que circulaban sobre el campus o sobre los profesores y compañeros con cotilleos morbosos. No había pasado más de una hora y Diego ya se había escabullido a uno de los pasillos más ocultos y solitarios del fondo de la residencia donde se besaba apasionadamente con una chica pelirroja mientras suavemente deslizaba su gruesa polla dentro del cuerpo de la joven. Los dos estaban de pie, ella apoyada contra la pared jadeando según avanzaba en su interior el inmenso miembro de Diego. Sin embargo, no estaban solos, en la oscuridad unos ojos estaban espiándoles, los mismos que siempre estaban controlando al semental. El ritmo el las embestidas de Diego fue acelerando más y más, gruñidos de excitación llenaban el aire, ella tuvo un orgasmo increíble y Diego sacó su polla unos segundos antes de explotar y roció la pared con chorros y chorros de semen blanco y brillante. Ella se vistió y Él se subió la ropa interior y sus pantalones, volviendo a la fiesta, no sin antes recoger la bebida que había apoyado en el suelo del pasillo unos minutos antes. La silueta misteriosa se deslizó de la oscuridad y lamió parte de la fértil leche de Diego que corría por la pared, arrojó un diminuto sobre vacío al suelo cuyo contenido había depositado hacía unos instantes en la copa de Diego.
La fiesta continuaba, la luz era más tenue, la música más suave, menos jóvenes bailando y Diego terminó se alejó de un grupo de compañeros que trataban conversaciones aburridas. Estaba muy mareado, no recordaba haber bebido tanto, cada vez le costaba más enfocar la mirada en un punto. Se alejó hacia la escalera y giró por un corredor más tranquilo, había llegado el momento de volver a su habitación. Todo empezaba a estar cada vez más borroso, le pareció que una puerta se abría cerca de él y una mano fuerte le arrastraba hacia dentro. El mundo le empezaba a dar vueltas y cayó en una profunda oscuridad.
Allí tenía a su adonis, completamente inconsciente, sentado sobre un viejo sofá en un pequeño cuarto lleno de trastos y productos de limpieza. Abierto completamente de piernas le apuntaba con su abultada entrepierna, la camisa completamente desabotonada mostrando su cuerpo de dios griego, hundido en el sillón como con cara de niño bueno profundamente dormido. El admirador estaba realmente nervioso, había funcionado su plan y no tenía tiempo que perder.
Acarició calmadamente sus pezones, rosados y pequeños. Acercó su lengua al pecho de Diego y noto el olor al perfume masculino que llevaba puesto. Rozó su lengua en todas las direcciones la suave piel del pezón, cada vez más rápido. Después lo succionó, con lujuria tomándose su tiempo. Empezó a mordisquear el pezón erecto, con bastante fuerza, y el gigante musculoso ni siquiera alteró el ritmo de su respiración. Estaba profundamente inconsciente. Recorrió con la mano su tripa firme hasta llegar al pantalón, deslizando la cremallera hasta abajo. El enorme paquete contenido a presión intento escapar por la abertura del pantalón, pero era demasiado grande. El asaltante tiró de los extremos del pantalón hacia los lados y por fin, el descomunal bulto quedó por fuera del pantalón dentro del firme tejido de sus calzoncillos. La polla aún enterrada y serpenteando por su pernera, pero las 2 gigantescas esferas atrapadas dentro de aquel tejido elástico y compactadas por la presión de la fuerte tela del pantalón que empujaba desde abajo. El corazón del asaltante estaba a punto de salirse de su pecho.
Cerró el puño y lo lanzó con todas sus fuerzas en el centro de la masculinidad de Diego.
THUUUD
Su puño quedó completamente enterrado en aquella montaña de carne blanda y flexible que se amoldó a la forma de la mano del asaltante. Se tensaron los abdominales de Diego, siendo la única respuesta del cuerpo del semental, mientras su cara continuaba impasible. Retiró su puño y observó como rápidamente el paquete recuperaba su forma redondeada. Lanzó un nuevo ataque empleando toda su fuerza.
THUUUD
Obtuvo el mismo resultado, y repitió esta acción una y otra vez.
THUUUD
THUUUD
10, 15, 30 veces... finalmente perdió la cuenta. El hombre estaba exhausto y su bíceps agotado. Había llegado el momento de comprobar el resultado de su trabajo. Tiró del elástico del calzoncillo del adonis encajándolo en la parte inferior del enorme saco, dejando la polla flácida tendida sobre su abdomen y los gigantescos huevos comprimidos y atrapados por la fuerza del elástico y del tejido de la bragueta del pantalón. Los observó cuidadosamente. 2 óvalos apretados uno contra otro, casi del tamaño de sus propios puños cada uno. Tenían un color rojo intenso y probablemente estaban empezando a inflamarse, por el abuso que acababan de recibir, la piel estaba muy tensa casi a punto de desgarrarse, perfectamente depilada, transparente que dejaba ver la infinidad de finos vasos capilares que recorrían su superficie.
El asaltante se quitó su propio pantalón, mostrando una importante erección bajo su calzoncillo. Apoyó su rodilla desnuda sobre las gónadas desnudas del joven inconsciente sintiendo la suave piel del saco que las contenía, al tacto estaba muy caliente la carne, ardiendo. Apoyó parte de su peso aplastando la masculinidad de Diego contra su propio hueso pélvico. A la vez que apretaba la rodilla, empezó a moverla en círculos, sintiendo como los tejidos flexibles se adaptaban a la forma de su rótula. Después de continuar por varios minutos con aquel juego, retiró su rodilla y con gran precisión golpeó con un tremendo rodillazo ambas pelotas.
PLOOOF
El sonido era diferente, como golpear una enorme bolsa de gelatina, pero más compacta.
PLOOOF
PLOOOF
PLOOOF
PLOOOF
Repitió el movimiento con una fuerza devastadora una y otra vez. Cada vez los huevos tardaban más en recuperar su forma redondeada. Cada vez se sentían menos sólidos. Sabía que si continuaba podía llegar a reventar uno de aquellos enormes atributos. Era lo que más deseaba, hacerlos estallar, así que continuó con ese objetivo.
Después de varias decenas de golpes más, podía sentir como estaban empezando a perder su integridad estructural. Y la única reacción era tensión en sus abdominales, aunque la respiración de Diego se iba acelerando ligeramente. Observó como las bola se habían hinchado ligeramente y el color rojo estaba dejando paso a pequeñas manchas púrpuras que empezaban a aflorar en la superficie de su piel. Estaba causando un daño importante en la masculinidad del semental.
Con mucho esfuerzo desnudó a Diego completamente de cintura para abajo, excepto por sus calcetines blancos. El asaltante se colocó entre las piernas musculosas del joven dormido y agarró un huevo pesado con cada mano. Liberados de la prisión de la fuerte tela de la ropa que antes los rodeaban y por el calor elevado que hacía en la sala, ambos testículos colgaban muchos centímetros en el fondo de su bolsa, de manera casi exagerada. Hundió sus dedos hábilmente dentro de la carne maltratada de ambas pelotas. Sus dedos largos y huesudos penetraban en los flexibles tejidos hasta casi tocarse en el centro. Necesitaba romper esas pelotas, no debía de ser tan difícil, lo intentó desde distintos ángulos aplicando toda la presión que le era posible, pero las fuertes membranas protectoras no se quebraban. la carne rezumaba entre sus dedos, brillante y roja. Tomó su tiempo, excavando con sus dedos pulgares, hasta que finalmente se produjo un brusco espasmo de las poderosas piernas de Diego seguido de un intenso estallido en el centro de una de esas colosales pelotas.
SPLOOCH
Algún túbulo del corazón del testículo derecho había reventado, aunque su membrana seguía resistiendo. Al pasar unos minutos más castigando aquellas gónadas volvió a suceder lo mismo en la pelota izquierda:
SPLOOCH
Seguido por un espasmo de la fuertes piernas que le rodeaban. Algo se había roto en el interior de aquel orbe. El asaltante estaba disfrutando sintiendo cada centímetro ambos huevos intentando resistir su inminente destrucción. Los minutos pasaban mientras seguía sondeando en corazón mismo de los enormes órganos. Eran duros, no le sorprendía que hubieran resistido todos los ataques que habían sufrido unos meses antes por los abusones de la residencia.
El asaltante liberó los pesados testículos que cada vez colgaban más al fondo del saco, mientras una sonrisa malévola cruzaba por su cara. Se bajó los pantalones y empezó a masturbarse, su miembro tenía una tamaño ligeramente superior a la media, pero al lado del miembro semi flácido de Diego parecía pequeño. Apartó las pesadas gónadas del semental que bloqueaban su nuevo objetivo, el cerrado agujero virgen con el que empezó a jugar haciendo círculos con el dedo. Mientras con una mano se masturbaba, con la otra empezó a penetrar la estrecha virginidad del joven. Finalmente el misterioso hombre inclinó más a Diego sobre el sillón dejándolo aún más vulnerable, coloco la punta de su herramienta en la entrada del semental y empujó con fuerza eliminado toda resistencia. Un gemido ahogado surgió de entre los labios cerrados de Diego. El asaltante le observó temeroso de que se despertase, manteniendo su miembro en el interior del cuerpo de Diego sin moverse, pero todo siguió tranquilo. Empezó a moverse despacio, dentro y fuera, dentro y fuera. Las gigantescas pelotas del adonis, pesaban tanto que descansaban sobre la gruesa polla invasora intentando tapar el agujero penetrado. Con el movimiento cada vez más rápido, parecía que las bolas de Diego querían meterse por su propio agujero. Entonces el admirador saco despacio su polla y observó la gran dilatación que había conseguido en aquella virginidad. Con su propio líquido preseminal y el de Diego, lubricó bien ambos huevos. Colocó un extremo de la pelota derecha del semental en el agujero dilatado y empujó con todas sus fuerzas hundiendo los dedos en la blanda, flexible y maleable esfera, que con mucha dificultad se metió dentro del cuerpo de Diego
PLOT
y de nuevo un sutil gemido escapó de los gruesos labios de Diego. Repitió el mismo movimiento con la bola izquierda, tuvo que esforzarse aún más al estar ya ocupado el agujero por su gemela. No sabía si explotaría aquel órgano entre sus dedos antes de entrar en la estrecha cavidad, pero al final lo consiguió.
PLOT
Observó su obra maestra, la piel de saco estaba muy tensa y desaparecía dentro del cuerpo de Diego. Parecía un eunuco, no había rastro de sus poderosos huevos, ahora invisibles dentro de la tripa de su propietario. La enorme polla de Diego descansaba semi erecta sobre sus marcados abdominales, ya había dejado un pequeño charco de líquido preseminal. Ahora miró su propio miembro más pequeño pero duro como una barra de acero y lo colocó en el agujero que contenía las dos bolas del semental. Empezó a empujar y notó como su extremadamente dura herramienta avanzaba centímetro a centímetro dentro del cuerpo de Diego, pero esta vez la sensación era muy diferente. En lugar de las duras paredes del recto virgen que había notado anteriormente, sentía como le envolvía el tejido suave y flexible de las gónadas, que tenían que adaptar su forma al estrecho túnel en el que estaban contenidas. La presión que soportaban era increíble, atrapadas entre las duras paredes de la cavidad y por el otro lado el miembro rígido que las aplastaba a un espesor de pocos milímetros. El asaltante llegó hasta el fondo, toda su polla estaba completamente rodeada por la carne fértil del joven obligada a una deformación extrema. El hombre misterioso empezó a moverse con un ritmo lento y cada vez más rápido en una sensación nueva para él, sabiendo al límite que se encontraban aquellas enormes pelotas aplastadas dentro del cuerpo musculoso de Diego. Con cada sacudida se producía un suave crujido de cartilago desgarrado que provenía de las membranas protectoras del semental, casi inaudible:
Crack
Crack
Crack
Finalmente, el miembro invasor empezó a sacudirse y un fuerte orgasmo llenó de semen el cuerpo de Diego. En acosador estaba en el cielo, era el mejor orgasmo que había tenido en su vida. Al sacar su polla, también se deslizaron las bolas maltrechas de Diego, quedando liberadas. Chorreaban con la leche del asaltante y habían pedido su forma redondeada saludable, estando ahora permanentemente aplanadas y alargadas. Era el momento de hacerlas explotar de manera de definitiva. Volvió a apretar las bolas con sus manos, entonces el miembro de Diego empezó a crecer más y más, a medida que apretaba se ponía más dura la polla de Diego. Entonces un gemido fuerte salió del fondo de los pulmones del semental.
2 chicas que pasaban por ese mismo pasillo, escucharon el quejido y se asomaron al cuarto con la puerta cerrada. Al abrir vieron al semental completamente desnudo y dormido con su enorme polla apuntando hacia el techo. El hombre misterioso había desaparecido. Una de ellas no perdió la oportunidad de montar al hombre más atractivo del campus.
Se subió la falda, se retiró las bragas y se coloco sobre aquella descomunal herramienta. Entró dentro de su vagina con dificultad y dolor, pero al cabo de unos segundos el placer compenso todo aquello. Mientras botaba de arriba a abajo, su amiga se arrodillo y se empezó a chupar las bolas del semental. Posteriormente, mientras su amiga seguía cabalgando al hombre se metió la pelota derecha dentro de su boca jugando con ella, succionándola, mordisqueándola, cada vez más fuerte a medida que su amiga llegaba al clímax. Al final, en un instante sucedieron varias cosas simultáneamente, sintió como algo cedía dentro de la gónada esculpiéndola fuera de su boca, su amiga gimió con un fuerte orgasmo y Diego se despertó con grito de angustia mientras inundaba con semen fértil a la desconocida.
Diego todavía estaba en shock, sin saber que estaba sucediendo, pero la chica que tenía encima al alejarse comprobó como chorreaba su leche entre las piernas. Enfurecida pensado que se podría haber quedado embaraza lazó una fuerte patada a las maltrechas pelotas del adonis, que aulló de dolor. Se hizo un ovillo tapándose sus partes dañadas mientras las 2 mujeres abandonaban el cuarto blasfemando.
Diego estuvo muchos minutos paralizado por el dolor, hasta que consiguió arrastrase hasta su cuarto, se metió en la cama con una bolsa de hielo entre las piernas sin saber si al día siguiente se levantaría siendo todavía un verdadero hombre, a juzgar por el dolor agudo y aspecto de sus más valiosas posesiones.