By Bignueces
El Suzuki estaba avanzando
a gran velocidad por la carretera estrecha bordeada de nieve y altos abetos. Al
girar en una curva frenó justo enfrente de una verja no muy alta metálica que
daba acceso a un jardín completamente cubierto por un manto blanco. En el
centro de alzaba una imponente casa de madera de 2 plantas, con el mismo estilo de todas
las que salpicaban el paisaje de la pequeña localidad de Breglia.
Del coche bajaron sus 4
ocupantes en dirección edificio, conversando animadamente sobre el día que
habían pasado en la montaña, mientras el sol se empezaba a ocultar tras las
primeras estribaciones de los Alpes, dejando tras de sí una impresionante
puesta de sol.
Lorenzo se quedó atrás cerrando
el coche, mientras observaba durante unos instantes con sus profundos ojos
negros el reflejo del sol sobre las tranquilas aguas del lago que se escondía
entre los árboles. El joven de 20 años, era el más corpulento de los 4, aunque
todos tenían unos cuerpos musculosos fruto de su entrenamiento diario en el
gimnasio, Lorenzo siempre había tenido una predisposición superior al resto de
los chicos a que su musculatura creciera de manera más llamativa, especialmente
sus amplios pectorales y ancha espalda. Después avanzaba Mateo, también tenía
el pelo muy oscuro, como Lorenzo, pero a diferencia de este, sus ojos grandes y
azules siempre habían llamado la atención de las personas que se cruzaban en su
camino. Iba hablando animadamente con Fabio, igualmente atractivo como los
otros jóvenes, con una mandíbula muy marcada y una prominente nariz que
resultaba atractiva en su rostro masculino. Fabio, con el pelo ligeramente más
largo que los demás y ondulado de color castaño, contaba con unas piernas
especialmente musculosas por su afición al futbol, incluso más poderosas que
las de Lorenzo. Por último, encabezando la comitiva iba Alessandro, que a
diferencia del resto, tenía el pelo rubio completamente revuelto, con una cara
de rasgos más infantiles que le daba un aspecto de inocencia que nada tenía que
ver con la realidad de su personalidad, y era ligeramente más delgado y alto que
los otros chicos.
Ya era el segundo día de la
semana que estarían allí descansando durante las vacaciones de invierno.
Alessandro fue el primero en entrar activando la calefacción y encendiendo el
fuego de la chimenea del amplio salón. Lorenzo fue a ducharse mientras Fabio y
Mateo empezaban a preparar la cena. Un par de horas más tarde, la temperatura
de la casa iba subiendo cada vez más, unido a la cantidad de copas de vino que
habían tomado durante la cena, terminaron en ropa interior junto a la
lumbre de la chimenea, sobre la alfombra jugando a las cartas. Alessandro
desapareció durante un periodo largo con la excusa de ir al baño y reapareció
arrojando una caja pesada en el centro de la alfombra sobre las cartas.
Fabio le miró molesto
“Alex, pero qué haces ¡Estamos en mitad de una partida!”
Alessadro señaló la caja
“mirad lo que he encontrado entre los trastos de una de las habitaciones”
La caja de cartón tenía 2
huevos de gallina dibujados, uno de ellos con la cascara rota y empezando a
rezumar la yema de su interior, con un rótulo grande que ponía ¿Tienes
Huevos para Jugar?.
Se trataba de un
polvoriento juego con un tablero, dados, relojes de arena de diferentes tamaños
y varios tacos de cartas. Fabio estaba especialmente excitado, nunca había
visto un juego así. Leyendo las instrucciones era muy sencillo, cada uno de los
jugadores escribiría en un trozo de papel un deseo que se llevaría a cabo si resultase
ganador del juego llegando el primero a la meta del tablero. Por lo demás, había unos
símbolos en algunas de las casillas del tablero que obligaban a coger una carta
de uno de los montones y cumplir lo que allí decía. La única condición a
cumplir era que los jugadores tenían que tener “huevos” para participar.
Después de leer las
instrucciones Fabio indicó “tenemos que escoger un taco de cartas para la
partida, hay 3 categorías, eunucos, atrevidos o verdaderos machos, jajaja”
Lorenzo agarró su enorme
paquete a través de su ropa interior blanca “¡aquí sólo hay un verdadero macho!”
Mateo observaba el juego
desconfiado “aquí dice que la elección de la última categoría puede conllevar
daños personales irreversibles, ¿no será peligroso?”
“¿Tienes miedo nenaza?” le
miró burlonamente Alessandro
“Yo no tengo miedo, ¡os
demostraré que soy el más macho de todos!” También Mateo se agarró su paquete mostrándolo
desafiante.
Alessandro había leído en
secreto algunas de las pruebas antes de bajar con el juego, y miraba ansioso
los enormes paquetes de sus amigos. Mientras que él tenía unos testículos de
tamaño normal, los de sus amigos eran descomunales. No dejaba mucho para la
imaginación la fina tela de los calzoncillos blancos de sus 3 amigos.
Colocaron el taco de cartas
con las pruebas más desafiantes sobre el tablero y empezaron el juego. Al final
de la primera ronda, Mateo cayó en una casilla con el símbolo de una carta,
cogió una del montón y empezó a leerla.
“Recibirás tantos
rodillazos de tus rivales en los huevos, como el número que salga en el dado”
Nervioso tiró el dado y salió un 3.
Lorenzo miró sonriente
“parece que esto se pone emocionante, empezaré yo”
Lorenzo obligó a Mateo a
colocarse contra la pared, con las manos detrás de la espalda y las piernas
bien abiertas. Lorenzo a un palmo de la cara de Mateo, sonreía mientras rozaba
su rodilla contra el paquete de su amigo, sin previo aviso, enterró la rodilla
entre las 2 bolas del semental con una fuerza moderada. Un pequeño quejido se
escapó de los labios mientras el dolor recorría su cuerpo, se frotó sus pelotas
y ya estaba Fabio colocado en la misma posición, dándole un rápido, aunque no
muy fuerte rodillazo en ambas bolas. Otra vez, Mateo se dobló por el dolor
acumulado. Por último, tenía al más delgado Alessandro frente a frente.
Alessandro quería hacer gritar de dolor a su amigo, y sabía cómo hacerlo.
Centro toda su puntería en un solo testículo, y lanzó un rodillazo con todas
sus fuerzas a la pelota izquierda. Alessandro notó como aquella bola gigante se
aplastaba entre su rótula y el huevo pélvico del muchacho. La masa de aquel
órgano era flexible y se aplastó más y más, hasta que llegó casi a los límites
de su resistencia. Los enormes ojos azules de Mateo se abrieron en shock.
“¡¡¡Mierdaaaa!!!” cayó al
suelo doblado de dolor, mientras sus amigos se burlaban de él. Tardó unos
minutos en recuperarse, mientras el juego continuaba.
El siguiente en sacar una
carta fue Fabio “te pondrás a horcajadas sobre un objeto sólido, tus rivales
asegurarán que el único contacto con el objeto serán tus huevos. Uno de ellos
podrá añadir su peso al tuyo por el tiempo que determine el reloj” Tiró el dado
y salió un 2. Colocaron el reloj de arena marcado con un número 2 junto al
tablero.
Alessandro con sonrisa
malévola dijo “deberías usar el brazo de ese sillón, parece de madera muy sólida,
desde luego más sólida que tus huevos, jajaja” Se empezaron todos a reír, “Tenemos
que ver que realmente solo apoyas las bolas así que deberías quitarte la ropa
para verlo con claridad” Alessandro intentó disimular su mirada morbosa.
Fabio no tenía problemas en
desnudarse y mostrar los atributos de los que estaba más orgulloso. Se quitó la
ropa interior dejando al descubierto 2 testículos grandes muy compactos dentro
de su saco de piel oscura y cubiertos de un vello muy fino.
Fabio colocó una pierna a
cada lado del brazo del sillón y se asegurando que el único contacto con la
madera fuera su masculinidad. La presión no era fuerte, pues todavía tenía los
pies apoyados en el suelo, sin embargo los 2 orbes se deformaron
considerablemente .
Alessandro empezó a dar
instrucciones “Lorenzo, tu deberías de ponerte encima de él, eres el que más
pesa, ¿más de 90 kg?”
Lorenzo se acercó por
detrás tocando el culo de Fabio y este se quejó “¡no me toques!” Lorenzo
sonreía viendo a su amigo en esa posición tan humillante y encima desnudo, con
su culo virgen apuntando a su paquete.
Alessandro acercó el reloj de
arena frente a los ojos de Fabio “en cuanto gire el reloj, tienes que levantar
los pies del suelo” Giró el reloj y Fabio cumplió su parte. En el mismo momento
que levantó los pies, todo su peso aplastó las gigantescas gónadas que pasaron
de su saludable forma redondeada a 2 formas totalmente planas bajo su cuerpo.
La presión era tan fuerte que quedó paralizado por el dolor. Las 2 bolas
estaban al límite de su resistencia, el dolor y la presión eran muy intensas.
En ese momento Lorenzo apoyó parte de su peso sobre la espalda de Fabio. Este
se inclinó apoyando su pecho en el brazo de madera del sofá, descargando algo
de presión de sus atributos masculinos. Alessandro se dio cuenta y con un gesto se
lo indicó a Lorenzo, mientras el reloj de arena seguía vaciándose. Lorenzo no
tenía previsto poner todo su peso sobre el cuerpo de Fabio, pero no le gustaban
los tramposos, así que dejó caer sus 90 kg sobre la espalda del pobre semental
unido al peso del propio Fabio.
CRAAANCH
Las bolas ligeramente
peludas se aplastaron a solo una pequeña fracción de su tamaño original,
demasiada presión para los testículos de un hombre, la membrana exterior de
ambas pelotas se desgarró dejando salir una pequeña parte de su contenido
interior a su saco, liberando la presión justa para no explotar como 2 globos
de agua.
Los ojos de Fabio se
abrieron como platos al sentir ese dolor tan agudo “Ahhhh, ¡joder quita de
encima!” Lorenzo se retiró a la vez que el cumplía el tiempo que marcaba el
reloj de arena. Fabio se sentó en el suelo acariciando sus bolas maltrechas,
sin ser consciente de que estaban literalmente rotas.
Siguieron jugando mientras
Alessandro no quitaba los ojos de las bolas desnudas de Fabio, cada vez más
hinchadas. En ese momento Lorenzo le dio una palmada en la espalda “Eh, Alex,
te estamos hablando a ti” Alessandro salió de su trance, Mateo había caído en
otra casilla con un carta, que decía “recibirás tantos puñetazos como indique
el dado, los anillos serán bienvenidos”. Las miradas se centraron en las manos
de Alessandro, era el único que llevaba anillos. Con una sonrisa malévola
deslizó uno de sus anillos, era de acero y tenía una calavera que sobresalía
notablemente, lo agitó delante de los ojos brillantes ojos azules de Mateo, que
le devolvió la mirada con temor. Arrojó el dado sobre el tablero y salió un 6.
Mateo inconscientemente se cubrió con una mano su descomunal paquete compacto
dentro de sus calzoncillos.
“Quiero ver esas bolas que
estás tapando. Vamos, quítate la ropa machote” le Alessandro mientras hacía
crujir sus nudillos, colocando el anillo en su mano derecha.
Mateo deslizó sus
calzoncillos, dejando al descubierto una polla grande y dos enormes bolas
enrojecidas por el abuso que habían recibido hacía unos minutos, colgando
pesadas en el fondo de su saco perfectamente rasurado, con el testículo izquierdo
visiblemente inflamado.
Alessandro se arrodillo
delante de su amigo y centró su objetivo mientras Lorenzo se acercó por detrás
de Mateo y agarró sus manos por detrás de su espalda “no queremos ninguna
trampa, ¿verdad?”. Antes de que Mateo pudiera responder, recibió el primer
puñetazo directo en el centro de sus gónadas.
BAAAM
El puño de Alessandro
impactó con sus fuerzas haciendo un pequeño corte con el anillo en el saco de
joven. Las dos bola se movían frenéticamente de un lado a otro por el golpe,
cuando vino el segundo.
BAAAM
“¡Ohhhhh!” Mateo intentó
forcejear para librarse de su apresor. Pero los impactos vinieron en una sucesión
muy rápida, abriendo pequeños cortes en la piel del saco.
BAAAM
BAAAM
BAAAM
Cuando faltaba el último golpe,
Lorenzo colocó su rodilla entre las piernas de su amigo, rozando la parte
trasera de las pelotas que colgaban pesadamente, y le giñó un ojo a Alessandro.
Éste, retrocedió con su brazo para coger todo el impulso posible y lanzó su
golpe más devastador.
BAAAAAAAM CRAAANCH
La enorme bola izquierda
quedó atrapada entre el puño de Alessandro y la rodilla de Lorenzo,
comprimiéndose más allá de lo esperable para un testículo sin llegar a explotar.
No obtante, el anillo penetró más y más en el centro del órgano deformado
avanzando hasta tocar al otro lado la rótula de Lorenzo. En ese momento la
cáscara del huevo se quebró radialmente desde ese punto.
Mateo cayó de rodillas al
suelo sujetando su masculinidad dañada, con la boca abierta sin poder emitir
ningún sonido y completamente bizco.
El juego continuó, mientras
Mateo y Fabio seguían frotándose sus sacos hinchados.
Esta vez Lorenzo cayó en
una casilla en la que tuvo que coger una carta. “recibirás tantas patadas como
indique el dado. El ejecutor podrá escoger el calzado que más le convenga”. En
esta ocasión salió un 3.
Fabio quería venganza, y
por fin tenía su oportunidad “dejadme a mi este turno, no necesito ningún
calzado, con mis piernas será suficiente. No necesito que te quites los
calzoncillos, quiero ese paquete bien compacto” dijo tocando sus cuadriceps
extremadamente desarrollados. Sabía que eran armas de destrucción, pero
necesitaba descarga su ira sobre las bolas de Lorenzo.
Fabio colocó a Lorenzo de
espaldas, ligeramente inclinado y con las piernas bien abiertas. Los hombros de
Lorenzo eran increíblemente anchos en contraste con su delgada cintura, desde
atrás, se observaba el enorme bulto blanco que contenía su hombría asomar entre
sus piernas. Apoyó las manos contra la pared para hacer resistencia contra lo
que sabía que iba a venir.
Los potentes cuádriceps de
la pierna derecha de Fabio estaban en tensión, abultados, se podía ver cada
fibra muscular mientras su pie se deslizaba a toda velocidad hacia su objetivo.
PLOOOF
El pie se enterró en el
centro del bulto de Lorenzo aplastando las fábricas de bebés del semental con
tanta fuerza, que se elevó unos centímetros del suelo. Lorenzo cerró sus ojos
aguantando el dolor y manteniéndose en su posición.
“Espero no haber reventado
uno de tus cojones, jajaja” Fabio lanzó otra fuerte patada entre la piernas de
Lorenzo, con el mismo resultado.
PLOOOF
Lorenzo contuvo el grito
que intentaba salir de sus pulmones. Sus pelotas latían de dolor. Alessandro
sin embargo, podía quitar la vista del saco que colgaba desnudo entre las
piernas de Fabio. Con cada patada, el movimiento hacía balancear sus pelotas en
el interior del saco, provocándole tanto dolor casi como el que estaba
recibiendo el castigo. No era consciente de que sus propias pelotas tenían una
ruptura por la que se salían parte de los túbulos del corazón de sus gónadas, y
con cada movimiento la cantidad era mayor y mayor. Pero su sed de venganza le
impedía sentir las señales de alarma que le mandaba su cerebro.
PLOOOF
A pesar de que la tercera
patada fue igualmente fuerte, los testículos de Lorenzo resistieron gracias a
las duras membranas que los protegían. Lorenzo se apoyo en la pared conteniendo
la respiración.
En las siguientes rondas
nadie tuvo que sacar una carta, hasta que le tocó a Mateo.
“No, otra vez a mí, es
injusto, ya es la tercera vez, y Alex todavía no ha tenido que sacar ninguna
carta. ¡No puede ser!” se quejó Mateo.
En la carta se leía “Uno de
tus huevos será apretado durante el tiempo que marque el reloj de arena, pero
no es necesario usar la mano. Un cascanueces o alicates serán más adecuados”.
Tiró el dado y salió un 6. El reloj de arena más grande.
“Joder, dejádmelo a mí”
Dijo Alessandro excitado cogiendo la tenazas de la chimenea.
“¡Estás loco!, no, no, NO!”
Mateo intento librarse del abrazo poderoso de Lorenzo, quedando inmovilizado.
Alessandro se puso de rodillas entre sus piernas, sujetando las tenazas. La
enorme bola izquierda estaba casi del doble tamaño que la derecha, demasiado
tentadora para obviarla. Alessandro ensartó el testículo dañado y empezó a
apretar.
“¡Para, detente,
jodeeeerrr!” Empezó a suplicar Mateo. Pero la cara de sádico de Alessandro
dejaba claro que no pararía hasta que el reloj dejase caer hasta el último
grano de arena.
El orbe empezó a deformarse
en el centro con demasiada facilidad. Alessandro apretó más fuerte. La bola,
chafada en el centro, empezó a abultarse en los lados opuestos. Más presión.
Casi todos los tejidos internos del testículo se habían desplazado hacia ambos
lados.
“¡Nooo, va ha explotar
Alex, Ahhhh!!!” Apretó un poco más. Fabio y Alessandro estaban hipnotizados por
el espectáculo. La pelota sin nada de pelo, tenía la piel realmente brillante
en los dos extremos, intentando contener toda esa materia que hacía que Mateo
fuera un hombre. Ninguno de los presentes sabía que las fisuras estaban
recorriendo aquella bola quebrada. Lorenzo estaba concentrado en sujetar a su
amigo, y observando el tiempo restante del reloj de arena.
Alessandro no sabía si
parar en ese momento, pero Fabio le dijo “venga Alex, un poco más fuerte, vamos
a ver si ese cojón resiste” Entonces el extremo de las tenazas se juntó en el
centro de la enorme bola.
“NOOO, mi huevo,
ohhhhh….ohhh!” Los ojos de Mateo se quedaron fijos en el techo y quedó en
silencio.
POP
Un sonido seco salió de esa
pelota.
El testículo se rompió como
si se tratase de un huevo de gallina. La cáscara se abrió en varios puntos y
finalmente reventó dentro del saco, llenando el mismo con su contenido valioso.
No quedó nada entero.
Al retirar la tenaza, el
interior de ese lado del saco quedó sin forma , como si estuviera lleno de
arcilla. Lorenzo libero a Mateo seminconsciente, que no comprendía que había
perdido una de sus pelotas.
Solo Alessandro comprendía
el daño irreparable que habían causado. Dejaron a Mateo gimoteando en el suelo
protegiendo lo que quedaba de sus bolas.
El juego continuó, mientras
los sacos de Fabio y Mateo se hinchaban más y más por el daño de los orbes que
contenían. Alessandro estaba cerca de ganar la partida, siendo el que iba en
cabeza. Esta vez Fabio sacó un carta “uno de tus compañeros podrá apretarte los
huevos tanto como quiera, mientras siga cayendo la arena. Eres afortunado,
podrás ser tú quien escojas al ejecutor”. Fabio miró los voluminosos brazos de
Lorenzo, propios de un bodybuilder, y después los de Alessandro, que eran la
mitad. Sin dudarlo dijo “Alex, serás tú”, sin saber el error que había cometido
al escoger al más sádico de sus amigos.
Lorenzo inmovilizó a
Fabio, mientras Alessandro se situó entre sus piernas de rodillas. La visión de
Alessandro desde abajo era impresionante, situado entre las dos torres musculosas
que formaban las colosales piernas de Fabio, tenía ante su cara el saco
hinchado y rojo del semental, cubierto con una fina capa de pelusa oscura. Volteó
el reloj de arena y agarró el enorme testículo derecho con sus dos manos. Al
sondear la bola comprobó la insana rotura que tenía y empezó a apretar con sus
manos. Con satisfacción sentía como la masa del interior de la gónada iba
saliendo rellenado el saco, empujó con sus dedos como si se tratara de un tubo
de pasta de dientes.
“¡Nooooo! Alex, ¡duele muchoooo!”
Empezó a gritar Fabio mientras metódicamente dejaba sin contenido el órgano masculino
que tenía entre sus manos. El lado derecho del saco quedo lleno de una masa sin
forma. Alessandro no tuvo tiempo de repetir el mismo acto con la bola
izquierda, pero estaba satisfecho con su trabajo. El dolor había agobiado tanto
a Fabio, que se deslizó mareado al suelo, con la mitad de su masculinidad completamente
destruida.
Alessandro tiró el dado, y
justo obtuvo la puntación para llegar a la meta. Empezó a dar saltos de alegría
“He ganado, ¡¡¡jajaja!!!”
Lorenzo lo miraba con
desconfianza “me parece increíble que no hayas sacado ni una sola carta en toda
la partida y además has ganado, no habrás hecho trampas, ¿verdad?”
“Vamos Lorenzo, no seas mal
perdedor. Ahora mi premio. Venga, leelo tú” Alessandro señalo uno de los 4
trozos de papel en el centro del tablero, concretamente el que él había escrito
al comenzar la partida.
Lorenzo lo desenrolló y al
leerlo sus mejillas se ruborizaron. Miró incrédulo a Alessandro, mientras Fabio
y Mateo seguían retorcidos en el suelo gimiendo de dolor.
“Alex, ¿estás de broma?” En
el trozo de papel ponía que Alessandro repetiría todos los castigos desde el comienzo
de la partida en el amigo que el designase.
“Lo siento Lorenzo, pero
creo que los únicos huevos que pueden soportar todo otra vez son los tuyos. Si
no recuerdo mal, todo empezó con 3 rodillazos”
Con resignación, Lorenzo
que todavía llevaba puestos sus calzoncillos, empezó a retirárselos. Dejó al
descubierto una polla gigante y las 2 pelotas más grandes de la casa. Eran
realmente enormes, perfectamente afeitadas, como las de Mateo, pero con la
piel mucho más oscura. Colgaban en el fondo del saco tentadoramente. Alessandro
se acercó solo unos centímetros a su cara, parecía que iban a besarse, sus
labios casi se rozaban “Lorenzo, voy a disfrutar mucho con esto, dime ¿crees
que vas a sobrevivir como un hombre entero cuando termine contigo?”