domingo, 26 de marzo de 2023

Juegos peligrosos

 

By Bignueces

 

El Suzuki estaba avanzando a gran velocidad por la carretera estrecha bordeada de nieve y altos abetos. Al girar en una curva frenó justo enfrente de una verja no muy alta metálica que daba acceso a un jardín completamente cubierto por un manto blanco. En el centro de alzaba una imponente casa de madera de 2 plantas, con el mismo estilo de todas las que salpicaban el paisaje de la pequeña localidad de Breglia.

 

Del coche bajaron sus 4 ocupantes en dirección edificio, conversando animadamente sobre el día que habían pasado en la montaña, mientras el sol se empezaba a ocultar tras las primeras estribaciones de los Alpes, dejando tras de sí una impresionante puesta de sol.

 

Lorenzo se quedó atrás cerrando el coche, mientras observaba durante unos instantes con sus profundos ojos negros el reflejo del sol sobre las tranquilas aguas del lago que se escondía entre los árboles. El joven de 20 años, era el más corpulento de los 4, aunque todos tenían unos cuerpos musculosos fruto de su entrenamiento diario en el gimnasio, Lorenzo siempre había tenido una predisposición superior al resto de los chicos a que su musculatura creciera de manera más llamativa, especialmente sus amplios pectorales y ancha espalda. Después avanzaba Mateo, también tenía el pelo muy oscuro, como Lorenzo, pero a diferencia de este, sus ojos grandes y azules siempre habían llamado la atención de las personas que se cruzaban en su camino. Iba hablando animadamente con Fabio, igualmente atractivo como los otros jóvenes, con una mandíbula muy marcada y una prominente nariz que resultaba atractiva en su rostro masculino. Fabio, con el pelo ligeramente más largo que los demás y ondulado de color castaño, contaba con unas piernas especialmente musculosas por su afición al futbol, incluso más poderosas que las de Lorenzo. Por último, encabezando la comitiva iba Alessandro, que a diferencia del resto, tenía el pelo rubio completamente revuelto, con una cara de rasgos más infantiles que le daba un aspecto de inocencia que nada tenía que ver con la realidad de su personalidad, y era ligeramente más delgado y alto que los otros chicos.

 

Ya era el segundo día de la semana que estarían allí descansando durante las vacaciones de invierno. Alessandro fue el primero en entrar activando la calefacción y encendiendo el fuego de la chimenea del amplio salón. Lorenzo fue a ducharse mientras Fabio y Mateo empezaban a preparar la cena. Un par de horas más tarde, la temperatura de la casa iba subiendo cada vez más, unido a la cantidad de copas de vino que habían tomado durante la cena, terminaron en ropa interior junto a la lumbre de la chimenea, sobre la alfombra jugando a las cartas. Alessandro desapareció durante un periodo largo con la excusa de ir al baño y reapareció arrojando una caja pesada en el centro de la alfombra sobre las cartas.

 

Fabio le miró molesto “Alex, pero qué haces ¡Estamos en mitad de una partida!” 

 

 

 

 

 

Alessadro señaló la caja “mirad lo que he encontrado entre los trastos de una de las habitaciones”

 

La caja de cartón tenía 2 huevos de gallina dibujados, uno de ellos con la cascara rota y empezando a rezumar la yema de su interior, con un rótulo grande que ponía ¿Tienes Huevos para Jugar?.

 

Se trataba de un polvoriento juego con un tablero, dados, relojes de arena de diferentes tamaños y varios tacos de cartas. Fabio estaba especialmente excitado, nunca había visto un juego así. Leyendo las instrucciones era muy sencillo, cada uno de los jugadores escribiría en un trozo de papel un deseo que se llevaría a cabo si resultase ganador del juego llegando el primero a la meta del tablero. Por lo demás, había unos símbolos en algunas de las casillas del tablero que obligaban a coger una carta de uno de los montones y cumplir lo que allí decía. La única condición a cumplir era que los jugadores tenían que tener “huevos” para participar.

 

Después de leer las instrucciones Fabio indicó “tenemos que escoger un taco de cartas para la partida, hay 3 categorías, eunucos, atrevidos o verdaderos machos, jajaja”

 

Lorenzo agarró su enorme paquete a través de su ropa interior blanca “¡aquí sólo hay un verdadero macho!”

 

Mateo observaba el juego desconfiado “aquí dice que la elección de la última categoría puede conllevar daños personales irreversibles, ¿no será peligroso?”

 

“¿Tienes miedo nenaza?” le miró burlonamente Alessandro

 

“Yo no tengo miedo, ¡os demostraré que soy el más macho de todos!” También Mateo se agarró su paquete mostrándolo desafiante.

 

Alessandro había leído en secreto algunas de las pruebas antes de bajar con el juego, y miraba ansioso los enormes paquetes de sus amigos. Mientras que él tenía unos testículos de tamaño normal, los de sus amigos eran descomunales. No dejaba mucho para la imaginación la fina tela de los calzoncillos blancos de sus 3 amigos.        

 

Colocaron el taco de cartas con las pruebas más desafiantes sobre el tablero y empezaron el juego. Al final de la primera ronda, Mateo cayó en una casilla con el símbolo de una carta, cogió una del montón y empezó a leerla.

 

“Recibirás tantos rodillazos de tus rivales en los huevos, como el número que salga en el dado” Nervioso tiró el dado y salió un 3.

 

Lorenzo miró sonriente “parece que esto se pone emocionante, empezaré yo”

 

Lorenzo obligó a Mateo a colocarse contra la pared, con las manos detrás de la espalda y las piernas bien abiertas. Lorenzo a un palmo de la cara de Mateo, sonreía mientras rozaba su rodilla contra el paquete de su amigo, sin previo aviso, enterró la rodilla entre las 2 bolas del semental con una fuerza moderada. Un pequeño quejido se escapó de los labios mientras el dolor recorría su cuerpo, se frotó sus pelotas y ya estaba Fabio colocado en la misma posición, dándole un rápido, aunque no muy fuerte rodillazo en ambas bolas. Otra vez, Mateo se dobló por el dolor acumulado. Por último, tenía al más delgado Alessandro frente a frente. Alessandro quería hacer gritar de dolor a su amigo, y sabía cómo hacerlo. Centro toda su puntería en un solo testículo, y lanzó un rodillazo con todas sus fuerzas a la pelota izquierda. Alessandro notó como aquella bola gigante se aplastaba entre su rótula y el huevo pélvico del muchacho. La masa de aquel órgano era flexible y se aplastó más y más, hasta que llegó casi a los límites de su resistencia. Los enormes ojos azules de Mateo se abrieron en shock.

 

“¡¡¡Mierdaaaa!!!” cayó al suelo doblado de dolor, mientras sus amigos se burlaban de él. Tardó unos minutos en recuperarse, mientras el juego continuaba.

 

El siguiente en sacar una carta fue Fabio “te pondrás a horcajadas sobre un objeto sólido, tus rivales asegurarán que el único contacto con el objeto serán tus huevos. Uno de ellos podrá añadir su peso al tuyo por el tiempo que determine el reloj” Tiró el dado y salió un 2. Colocaron el reloj de arena marcado con un número 2 junto al tablero.

 

Alessandro con sonrisa malévola dijo “deberías usar el brazo de ese sillón, parece de madera muy sólida, desde luego más sólida que tus huevos, jajaja” Se empezaron todos a reír, “Tenemos que ver que realmente solo apoyas las bolas así que deberías quitarte la ropa para verlo con claridad” Alessandro intentó disimular su mirada morbosa.

Fabio no tenía problemas en desnudarse y mostrar los atributos de los que estaba más orgulloso. Se quitó la ropa interior dejando al descubierto 2 testículos grandes muy compactos dentro de su saco de piel oscura y cubiertos de un vello muy fino.

 

Fabio colocó una pierna a cada lado del brazo del sillón y se asegurando que el único contacto con la madera fuera su masculinidad. La presión no era fuerte, pues todavía tenía los pies apoyados en el suelo, sin embargo los 2 orbes se deformaron considerablemente . 

  

Alessandro empezó a dar instrucciones “Lorenzo, tu deberías de ponerte encima de él, eres el que más pesa, ¿más de 90 kg?”

Lorenzo se acercó por detrás tocando el culo de Fabio y este se quejó “¡no me toques!” Lorenzo sonreía viendo a su amigo en esa posición tan humillante y encima desnudo, con su culo virgen apuntando a su paquete.

 

Alessandro acercó el reloj de arena frente a los ojos de Fabio “en cuanto gire el reloj, tienes que levantar los pies del suelo” Giró el reloj y Fabio cumplió su parte. En el mismo momento que levantó los pies, todo su peso aplastó las gigantescas gónadas que pasaron de su saludable forma redondeada a 2 formas totalmente planas bajo su cuerpo. La presión era tan fuerte que quedó paralizado por el dolor. Las 2 bolas estaban al límite de su resistencia, el dolor y la presión eran muy intensas. En ese momento Lorenzo apoyó parte de su peso sobre la espalda de Fabio. Este se inclinó apoyando su pecho en el brazo de madera del sofá, descargando algo de presión de sus atributos masculinos. Alessandro se dio cuenta y con un gesto se lo indicó a Lorenzo, mientras el reloj de arena seguía vaciándose. Lorenzo no tenía previsto poner todo su peso sobre el cuerpo de Fabio, pero no le gustaban los tramposos, así que dejó caer sus 90 kg sobre la espalda del pobre semental unido al peso del propio Fabio.

 

CRAAANCH

 

Las bolas ligeramente peludas se aplastaron a solo una pequeña fracción de su tamaño original, demasiada presión para los testículos de un hombre, la membrana exterior de ambas pelotas se desgarró dejando salir una pequeña parte de su contenido interior a su saco, liberando la presión justa para no explotar como 2 globos de agua.

 

Los ojos de Fabio se abrieron como platos al sentir ese dolor tan agudo “Ahhhh, ¡joder quita de encima!” Lorenzo se retiró a la vez que el cumplía el tiempo que marcaba el reloj de arena. Fabio se sentó en el suelo acariciando sus bolas maltrechas, sin ser consciente de que estaban literalmente rotas.

 

Siguieron jugando mientras Alessandro no quitaba los ojos de las bolas desnudas de Fabio, cada vez más hinchadas. En ese momento Lorenzo le dio una palmada en la espalda “Eh, Alex, te estamos hablando a ti” Alessandro salió de su trance, Mateo había caído en otra casilla con un carta, que decía “recibirás tantos puñetazos como indique el dado, los anillos serán bienvenidos”. Las miradas se centraron en las manos de Alessandro, era el único que llevaba anillos. Con una sonrisa malévola deslizó uno de sus anillos, era de acero y tenía una calavera que sobresalía notablemente, lo agitó delante de los ojos brillantes ojos azules de Mateo, que le devolvió la mirada con temor. Arrojó el dado sobre el tablero y salió un 6. Mateo inconscientemente se cubrió con una mano su descomunal paquete compacto dentro de sus calzoncillos.

 

“Quiero ver esas bolas que estás tapando. Vamos, quítate la ropa machote” le Alessandro mientras hacía crujir sus nudillos, colocando el anillo en su mano derecha.

  

Mateo deslizó sus calzoncillos, dejando al descubierto una polla grande y dos enormes bolas enrojecidas por el abuso que habían recibido hacía unos minutos, colgando pesadas en el fondo de su saco perfectamente rasurado, con el testículo izquierdo visiblemente inflamado.

 

Alessandro se arrodillo delante de su amigo y centró su objetivo mientras Lorenzo se acercó por detrás de Mateo y agarró sus manos por detrás de su espalda “no queremos ninguna trampa, ¿verdad?”. Antes de que Mateo pudiera responder, recibió el primer puñetazo directo en el centro de sus gónadas.

 

BAAAM

 

El puño de Alessandro impactó con sus fuerzas haciendo un pequeño corte con el anillo en el saco de joven. Las dos bola se movían frenéticamente de un lado a otro por el golpe, cuando vino el segundo.

 

BAAAM

 

“¡Ohhhhh!” Mateo intentó forcejear para librarse de su apresor. Pero los impactos vinieron en una sucesión muy rápida, abriendo pequeños cortes en la piel del saco.

 

BAAAM

 

BAAAM

 

BAAAM

 

Cuando faltaba el último golpe, Lorenzo colocó su rodilla entre las piernas de su amigo, rozando la parte trasera de las pelotas que colgaban pesadamente, y le giñó un ojo a Alessandro. Éste, retrocedió con su brazo para coger todo el impulso posible y lanzó su golpe más devastador.

 

BAAAAAAAM CRAAANCH

 

La enorme bola izquierda quedó atrapada entre el puño de Alessandro y la rodilla de Lorenzo, comprimiéndose más allá de lo esperable para un testículo sin llegar a explotar. No obtante, el anillo penetró más y más en el centro del órgano deformado avanzando hasta tocar al otro lado la rótula de Lorenzo. En ese momento la cáscara del huevo se quebró radialmente desde ese punto.

 

Mateo cayó de rodillas al suelo sujetando su masculinidad dañada, con la boca abierta sin poder emitir ningún sonido y completamente bizco.

 

El juego continuó, mientras Mateo y Fabio seguían frotándose sus sacos hinchados.

 

Esta vez Lorenzo cayó en una casilla en la que tuvo que coger una carta. “recibirás tantas patadas como indique el dado. El ejecutor podrá escoger el calzado que más le convenga”. En esta ocasión salió un 3.

 

Fabio quería venganza, y por fin tenía su oportunidad “dejadme a mi este turno, no necesito ningún calzado, con mis piernas será suficiente. No necesito que te quites los calzoncillos, quiero ese paquete bien compacto” dijo tocando sus cuadriceps extremadamente desarrollados. Sabía que eran armas de destrucción, pero necesitaba descarga su ira sobre las bolas de Lorenzo.

 

Fabio colocó a Lorenzo de espaldas, ligeramente inclinado y con las piernas bien abiertas. Los hombros de Lorenzo eran increíblemente anchos en contraste con su delgada cintura, desde atrás, se observaba el enorme bulto blanco que contenía su hombría asomar entre sus piernas. Apoyó las manos contra la pared para hacer resistencia contra lo que sabía que iba a venir.

 

Los potentes cuádriceps de la pierna derecha de Fabio estaban en tensión, abultados, se podía ver cada fibra muscular mientras su pie se deslizaba a toda velocidad hacia su objetivo.

 

PLOOOF

 

El pie se enterró en el centro del bulto de Lorenzo aplastando las fábricas de bebés del semental con tanta fuerza, que se elevó unos centímetros del suelo. Lorenzo cerró sus ojos aguantando el dolor y manteniéndose en su posición.

 

“Espero no haber reventado uno de tus cojones, jajaja” Fabio lanzó otra fuerte patada entre la piernas de Lorenzo, con el mismo resultado.

 

PLOOOF

 

Lorenzo contuvo el grito que intentaba salir de sus pulmones. Sus pelotas latían de dolor. Alessandro sin embargo, podía quitar la vista del saco que colgaba desnudo entre las piernas de Fabio. Con cada patada, el movimiento hacía balancear sus pelotas en el interior del saco, provocándole tanto dolor casi como el que estaba recibiendo el castigo. No era consciente de que sus propias pelotas tenían una ruptura por la que se salían parte de los túbulos del corazón de sus gónadas, y con cada movimiento la cantidad era mayor y mayor. Pero su sed de venganza le impedía sentir las señales de alarma que le mandaba su cerebro.

 

PLOOOF

 

A pesar de que la tercera patada fue igualmente fuerte, los testículos de Lorenzo resistieron gracias a las duras membranas que los protegían. Lorenzo se apoyo en la pared conteniendo la respiración.

 

En las siguientes rondas nadie tuvo que sacar una carta, hasta que le tocó a Mateo.

 

“No, otra vez a mí, es injusto, ya es la tercera vez, y Alex todavía no ha tenido que sacar ninguna carta. ¡No puede ser!” se quejó Mateo.

 

En la carta se leía “Uno de tus huevos será apretado durante el tiempo que marque el reloj de arena, pero no es necesario usar la mano. Un cascanueces o alicates serán más adecuados”. Tiró el dado y salió un 6. El reloj de arena más grande.

 

“Joder, dejádmelo a mí” Dijo Alessandro excitado cogiendo la tenazas de la chimenea.

 

“¡Estás loco!, no, no, NO!” Mateo intento librarse del abrazo poderoso de Lorenzo, quedando inmovilizado. Alessandro se puso de rodillas entre sus piernas, sujetando las tenazas. La enorme bola izquierda estaba casi del doble tamaño que la derecha, demasiado tentadora para obviarla. Alessandro ensartó el testículo dañado y empezó a apretar.

 

“¡Para, detente, jodeeeerrr!” Empezó a suplicar Mateo. Pero la cara de sádico de Alessandro dejaba claro que no pararía hasta que el reloj dejase caer hasta el último grano de arena.

 

El orbe empezó a deformarse en el centro con demasiada facilidad. Alessandro apretó más fuerte. La bola, chafada en el centro, empezó a abultarse en los lados opuestos. Más presión. Casi todos los tejidos internos del testículo se habían desplazado hacia ambos lados.

 

“¡Nooo, va ha explotar Alex, Ahhhh!!!” Apretó un poco más. Fabio y Alessandro estaban hipnotizados por el espectáculo. La pelota sin nada de pelo, tenía la piel realmente brillante en los dos extremos, intentando contener toda esa materia que hacía que Mateo fuera un hombre. Ninguno de los presentes sabía que las fisuras estaban recorriendo aquella bola quebrada. Lorenzo estaba concentrado en sujetar a su amigo, y observando el tiempo restante del reloj de arena.

 

Alessandro no sabía si parar en ese momento, pero Fabio le dijo “venga Alex, un poco más fuerte, vamos a ver si ese cojón resiste” Entonces el extremo de las tenazas se juntó en el centro de la enorme bola.

 

“NOOO, mi huevo, ohhhhh….ohhh!” Los ojos de Mateo se quedaron fijos en el techo y quedó en silencio.

 

POP

 

Un sonido seco salió de esa pelota.

El testículo se rompió como si se tratase de un huevo de gallina. La cáscara se abrió en varios puntos y finalmente reventó dentro del saco, llenando el mismo con su contenido valioso. No quedó nada entero.

Al retirar la tenaza, el interior de ese lado del saco quedó sin forma , como si estuviera lleno de arcilla. Lorenzo libero a Mateo seminconsciente, que no comprendía que había perdido una de sus pelotas.

 

Solo Alessandro comprendía el daño irreparable que habían causado. Dejaron a Mateo gimoteando en el suelo protegiendo lo que quedaba de sus bolas.

 

El juego continuó, mientras los sacos de Fabio y Mateo se hinchaban más y más por el daño de los orbes que contenían. Alessandro estaba cerca de ganar la partida, siendo el que iba en cabeza. Esta vez Fabio sacó un carta “uno de tus compañeros podrá apretarte los huevos tanto como quiera, mientras siga cayendo la arena. Eres afortunado, podrás ser tú quien escojas al ejecutor”. Fabio miró los voluminosos brazos de Lorenzo, propios de un bodybuilder, y después los de Alessandro, que eran la mitad. Sin dudarlo dijo “Alex, serás tú”, sin saber el error que había cometido al escoger al más sádico de sus amigos.

 

Lorenzo inmovilizó a Fabio, mientras Alessandro se situó entre sus piernas de rodillas. La visión de Alessandro desde abajo era impresionante, situado entre las dos torres musculosas que formaban las colosales piernas de Fabio, tenía ante su cara el saco hinchado y rojo del semental, cubierto con una fina capa de pelusa oscura. Volteó el reloj de arena y agarró el enorme testículo derecho con sus dos manos. Al sondear la bola comprobó la insana rotura que tenía y empezó a apretar con sus manos. Con satisfacción sentía como la masa del interior de la gónada iba saliendo rellenado el saco, empujó con sus dedos como si se tratara de un tubo de pasta de dientes.

 

“¡Nooooo! Alex, ¡duele muchoooo!” Empezó a gritar Fabio mientras metódicamente dejaba sin contenido el órgano masculino que tenía entre sus manos. El lado derecho del saco quedo lleno de una masa sin forma. Alessandro no tuvo tiempo de repetir el mismo acto con la bola izquierda, pero estaba satisfecho con su trabajo. El dolor había agobiado tanto a Fabio, que se deslizó mareado al suelo, con la mitad de su masculinidad completamente destruida.

 

Alessandro tiró el dado, y justo obtuvo la puntación para llegar a la meta. Empezó a dar saltos de alegría “He ganado, ¡¡¡jajaja!!!”

 

Lorenzo lo miraba con desconfianza “me parece increíble que no hayas sacado ni una sola carta en toda la partida y además has ganado, no habrás hecho trampas, ¿verdad?”

 

“Vamos Lorenzo, no seas mal perdedor. Ahora mi premio. Venga, leelo tú” Alessandro señalo uno de los 4 trozos de papel en el centro del tablero, concretamente el que él había escrito al comenzar la partida.

 

Lorenzo lo desenrolló y al leerlo sus mejillas se ruborizaron. Miró incrédulo a Alessandro, mientras Fabio y Mateo seguían retorcidos en el suelo gimiendo de dolor.

 

“Alex, ¿estás de broma?” En el trozo de papel ponía que Alessandro repetiría todos los castigos desde el comienzo de la partida en el amigo que el designase.

 

“Lo siento Lorenzo, pero creo que los únicos huevos que pueden soportar todo otra vez son los tuyos. Si no recuerdo mal, todo empezó con 3 rodillazos”

 

Con resignación, Lorenzo que todavía llevaba puestos sus calzoncillos, empezó a retirárselos. Dejó al descubierto una polla gigante y las 2 pelotas más grandes de la casa. Eran realmente enormes, perfectamente afeitadas, como las de Mateo, pero con la piel mucho más oscura. Colgaban en el fondo del saco tentadoramente. Alessandro se acercó solo unos centímetros a su cara, parecía que iban a besarse, sus labios casi se rozaban “Lorenzo, voy a disfrutar mucho con esto, dime ¿crees que vas a sobrevivir como un hombre entero cuando termine contigo?”

 

 

 

 

 

 

 

 


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